El departamento de Justicia y Vigilancia de la Municipalidad de Guayaquil entregó hoy dos kioscos más para el grupo de comerciantes no videntes que laboran en la avenida Nueve de Octubre y Rumichaca. Otros dos módulos están situados en la calle García Avilés en la misma zona del bulevar.
La donación municipal forma parte de un acuerdo provisional al que llegaron los 22 discapacitados visuales con el director del departamento de Justicia y Vigilancia del cabildo porteño, Xavier Narváez.
El pacto extrajudicial implica la instalación de los módulos y el posterior desistimiento de la Acción de Protección interpuesta por los ciegos, la cual fue acogida favorablemente por la jueza quinta de la Niñez y Adolescencia del Guayas, Maricela Proaño. La resolución presentada el último 30 de julio evitó el desalojo de los invidentes por parte de la Policía Metropolitana.
Pese a que el director de la unidad municipal considera que la decisión judicial fue ilegal e inconstitucional, este reconoció que los discapacitados visuales tienen derecho a un espacio para vender sus productos. “Por eso hemos considerado provisionalmente que este es un lugar digno para ellos”. El Cabildo también entregará espacios similares en el Malecón 2000 y en las calles Baquerizo Moreno, Córdova y Escobedo.
Por su parte, Hernán Ulloa Benítez, defensor de los no videntes, agradeció el gesto del Municipio, pero expresó que estará vigilante del trato que reciban los discapacitados. “Hemos logrado un acuerdo provisional para que se formalice la actividad que ejercen los no videntes en la Nueve de Octubre”.
Ulloa refutó a Narváez y manifestó que si no interponía la Acción de Protección contra el intento de desalojo de sus clientes y la jueza no la acogía, “tal vez no se hubiese llegado a un acuerdo”.
“Ahora la situación a cambiado y hemos llegado a un acuerdo y este acuerdo busca un desistimiento de la acción de protección, cuando en octubre próximo se instalen los módulos nuevos funcionales para personas que han perdido el sentido de la vista”, señaló el abogado Ulloa.
Cada módulo albergará a dos comerciantes. «Estoy contento porque ya tengo mi kiosco, pero al igual que nuestro abogado estaré atento a la entrega de los modulos nuevos que permitan nuestro trabajo con menor dificultad», dijo Juan Pino, de 42 años, quien perdió la vista a los 17 años, por una enfermedad degenerativa de las articulaciones llamada morquio. él mantiene a su madre de 74 años.