Entre plantas de yuca sembradas en el jardín de una vivienda de este barrio en la periferia de la capital, una joven bióloga se inclina y recoge un recipiente de plástico que contiene agua y una pequeña tabla de madera dentro. Es una trampa para cazar mosquitos.
«Aquí hay bastante», comenta Lleysa Pineda a The Associated Press, al mostrar la pequeña tabla que tiene adherido algo que semejaban pequeñísimos puntos oscuros; son huevos del mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue.
Ahora que el crecimiento de la población, la deficiencia en la recolección de desechos y la acumulación de agua que se convierte en caldo de cultivo para los mosquitos han vuelto al Aedes casi incontrolable, se hace necesario recurrir a una tecnología de punta para su erradicación: la alteración genética del mosquito.
Las recolectas que realiza Pineda desde el año pasado en los barrios de Nuevo Chorrillo, Princesa Mía y Lluvia de Oro en la localidad de Arraiján, unos 20 kilómetros al oeste de la capital, son parte de los preparativos que adelanta el Instituto Conmemorativo Gorgas (ICG), un centro de investigaciones de enfermedades tropicales en Panamá, con el objetivo de utilizar una tecnología nueva para controlar el mosquito aedes aegypti y de esa manera reducir la incidencia del dengue, una enfermedad dolorosa que puede llegar a ser fatal.
Los especialistas encargados del proyecto afirman que es una tecnología segura que puede llegar a convertirse en una alternativa real para enfrentar el dengue, que se convirtió en un problema de salud pública en Panamá tras la aparición de los primeros casos registrados en 1993.
Los esfuerzos del Ministerio de Salud se enfocaron en nebulizar (fumigar) en los barrios y en difundir intensas campañas dirigidas a crear conciencia en la población sobre la necesidad de eliminar los pequeños depósitos de agua en las viviendas y jardines donde suele depositar sus huevecillos el aedes aegypti.
Sólo en insecticidas para nebulizar, las autoridades sanitarias invirtieron 1,3 millón de dólares en el 2011.
Ahora, paralelamente a esas medidas tradicionales, Panamá pretende convertirse en el primer país en Centroamérica en emplear mosquitos transgénicos para combatir la enfermedad.
El proyecto, que aún está en sus primera etapas, consiste en esparcir mosquitos machos alterados genéticamente para que se crucen con las hembras silvestres, normales, es decir que no han sido modificadas.
Los mosquitos machos se alimentan de néctar de las flores y no transmiten el dengue porque no pican a los humanos. Las hembras, en cambio se alimentan de la sangre para desarrollar sus huevos. Cuando la hembra se alimenta de sangre de una persona enferma con dengue y luego pica a otra persona le transmite el virus de la enfermedad.
La compleja alteración genética que sufre el mosquito en su estado embrionario conlleva a que la progenie muera en el estado de larva, sin llegar a una etapa adulta y por tanto no podrán propagar el dengue.
«La idea es hacer esas liberaciones periódicamente para que la población de mosquitos, en la comunidad o comunidades donde se hacen esas liberaciones, vaya disminuyendo», dijo en una entrevista con la AP el médico Néstor Sosa, director del ICG.
Explicó que la tecnología que evalúa Panamá es desarrollada por la empresa Oxitec de Inglaterra, y detalló que los científicos de esa compañía han desarrollado una metodología para inyectar dentro de los embriones del mosquito un gen que les hace desarrollar una proteína que termina matándolos.
«Normalmente lo que ocurre cuando se produce (la proteína) en los insectos y en otros seres vivos es que su misma producción inhibe que se siga produciendo, entonces hay un control», agregó. Pero en este mosquito alterado, «el gen (que se le ha inyectado) no tiene ese control. El mosquito produce esta proteína hasta que el mismo muere por la cantidad de proteínas que hay en su célula».
Surge la interrogante: ¿Cómo se van a esparcir mosquitos transgénicos si mueren en su etapa de larva?
Sosa explicó que los mosquitos sobreviven en el laboratorio porque se les agrega tetraciclina al agua donde se crían. «Eso es lo que hace la diferencia, que los puedes criar en el laboratorio, pero en la naturaleza mueren», señaló.
Los mosquitos también contienen un gen que los vuelve fluorescentes para que puedan ser identificados en el laboratorio con el uso de un microscopio especial, comentó Sosa.
El ICG, que lidera el proyecto en Panamá, aguarda a que una comisión especializada de bioseguridad otorgue los permisos para poder introducir en el país los primeros huevecillos alterados, provenientes de la empresa Oxitec.
Los huevecillos serán criados en el laboratorio, separados los machos de las hembras y finalmente esparcidos los machos en la comunidad que se elija para hacer los primeros estudios.
Para liberar los insectos requieren de otro permiso.
El dengue causa síntomas como fiebre, dolor de cabeza, dolor de cuerpo y coyunturas, sangrado, vómito y manchas rojas. En su variedad hemorrágica puede llegar a ser mortal.
El dengue no ha golpeado de manera tan severa a Panamá como sus vecinos centroamericanos, donde la incidencia y la mortalidad son mucho más altas.
Panamá logró erradicar el mosquito aedes aegypti durante una década, entre 1975 a 1985, en este último año se volvió a detectar la presencia del insecto y los primeros casos en 1993.
A mediados de los ochenta cuando reaparece el mosquito, circunstancias como el crecimiento de la población sobre todo en la periferia de la capital y que trajo consigo entre otros, problemas en la recolección de desechos sólidos y la escasez de agua en algunos sectores que obligó a las personas a adquirir el hábito de acumular recipientes con agua en sus viviendas fueron caldo de cultivo para que prosperen las poblaciones del mosquito.
«Todas esas condiciones han hecho que el Aedes aegypti sea hoy día casi incontrolable. Sobre todo por falta de participación de la población en la eliminaciones de los criadores del mosquito», subrayó Lorenzo Cáceres, investigador del ICG al recomendar la necesidad de plantearse el uso de nuevas tecnologías para combatir la enfermedad.
Las estrategias que ha utilizado Panamá incluyendo las nebulizaciones, pese a que en las Américas se ha demostrado la resistencia del aedes aegypti a los insecticidas, son herramientas de hace más de 65 años, planteó.