Los avisos se multiplican a lo largo de las zonas urbanas de la larga costa chilena. El mensaje es el mismo: peligro mortal.
Numerosos carteles se multiplican en varias zonas turísticas costeras alertando del peligro de tsunami y de los nuevos caminos de evacuación en caso de que se repita la jornada del 27 de febrero de 2010, cuando el país fue sacudido por el peor terremoto en medio siglo y un tsunami poco más de media hora después.
«Hay cosas que han cambiado para nosotros que estamos en zonas turísticas en la costa. Hemos tenido numerosos casos de gente que ha preferido dejar de venir por temor a un tsunami», señaló a BBC Mundo Viviana (nombre usado para proteger su identidad), una administradora de un hotel en la zona de Algarrobo.
«Escuchamos con frecuencia de propietarios de casas de playa que habían dejado de ir a la costa porque les da miedo. Sobre todo cuando veían a algunos especialistas de sismos en televisión, llamaban después a los cuidadores para que trataran de rescatar los bienes del hogar se venía un sismo», agregó.
Poco a poco Chile ha ido reconstruyendo la infraestructura que resultó destruida tras el terremoto en 2010, así como las personas fueron recuperando los daños materiales. Pero quizás de manera menos visible, hay secuelas emocionales que preocupan a los especialistas en salud mental.
«Yo no tengo un estudio nacional, pero yo atiendo 40 consultas diarias, de lunes a sábado, de niños, adolescentes y adultos. Al menos 30% de los pacientes tienen que ver con el terremoto, para quienes el sismo fue un antes y un después en su vida», señaló a BBC Mundo el neurosiquiatra chileno Rodrigo Paz.
«Muchos de esos pacientes no padecían patologías psiquiátricas y se les desarrolló después del terremoto. Otros que ya padecían patologías psiquiátricas, se les agravaron como consecuencia», agregó.
Entre los síntomas que sufren las personas emocionalmente afectadas están la depresión, la falta de sueño, y la falta deseo sexual.
«Hay un porcentaje menor de pacientes que además tienen tienen síntomas asociados al evento (el terremoto), que cuando hay nuevos temblores reaccionan de manera desproporcionada. Por ejemplo, cambian de casa o dejan de ir a la costa», apunta Paz.
Cuádruple
«La experiencia en Chile es similar a la experiencia de otro países afectados por desastres naturales. La literatura dice que entre 30% y 40% de la población directamente afectada por el desastre suele desarrollar secuelas psicológicas importantes», señaló Rodrigo Figueroa, codirector del Centro de Intervención en Trauma, Estrés y Desastres (Cited), en Santiago.
«Y acá se dio exactamente lo que dice la teoría. Seis meses después del terremoto hicimos un estudio con datos de la encuesta de hogares nacional (Casen), con datos de entre 20.000 y 30.000 personas, y determinamos que al menos 11% de la muestra arrojaba estrés postraumático», afirmó Figueroa.
Se estima que aproximadamente 80% de los chilenos se vio afectada en mayor o menor medida por el terremoto de 2010. Pero quienes desarrollaron los efectos psicológicos y psiquiátricos más severos fueron aquellos en zonas costeras cerca del epicentro del sismo y que además resultaron golpeadas por el tsunami posterior.
El estudio del Cited indica que en áreas cercanas al mar, como Concepción o Talca, alrededor de 25% de la población registró o registra estrés postraumático.
«Un tercio de las personas con estrés postraumático (aproximadamente 8%) mantiene además un cuadro crónico, lo que es una cifra altísima, ya que en un escenario sin desastre natural esta patología alcanza apenas a un 2,4% de la población», dice Figueroa. Es decir, la proporción de estrés postraumático se cuadruplicó en Chile como resultado del terremoto y su posterior tsunami.
«Esta patología produce altos costos en productividad, un aumento en la tasa de suicidios, problemas de alcohol, con la pareja o la propia familia», dice el especialista.
Medios y su efecto
Desde que ocurrió el terremoto, la información geológica sobre sismos empezó a ocupar un lugar importante en la oferta de los medios de comunicación. Desde especialistas científicos reconocidos hasta supuestos expertos que hablan del tema con menor rigurosidad ofrecen información con cierta frecuencia.
Uno de estos comentaristas, que apareció en un programa más de farándula que de índole científica, llegó a pronosticar un nuevo terremoto lo que generó cierta ansiedad en los televidentes. Y aunque no se produjo el sismo «pronosticado» el programa mantuvo sus niveles de rating.
«La prensa cumple un rol fundamental a la hora de dar respuesta sobre los terremotos. Ahora se informa más sobre sismos y se responde a la información que pregunta la gente», comentó a BBC Mundo de vicepresidente de la Sociedad Chilena de Psicología de Emergencias y Desastres, Alan Breinbauer.
«Es interesante porque ante la oferta de programas más científicos y de aquellos con charlatanes y menos fundamentos la población se ha empezado a dividir en cuanto a quién sigue más», dice Breinbauer.
Según el psicólogo es posible que se de «un círculo vicioso» entre la nueva necesidad de la gente por informarse sobre terremotos y la posibilidad de que esta necesidad afecte su salud mental.
Uno de los científicos frecuentemente consultado en los medios es Sergio Barrientos, del departamento de Geofísica y Geología de la Universidad de Chile
«Después del terremoto hubo una mayor demanda de información no sólo de periodistas, si no de gente particular y autoridades, que nos solicitan presentaciones o charlas para entender más sobre estos fenómenos», señaló a BBC Mundo.
Al sitio en internet de este departamento de la Universidad de Chile suelen llegar millones de visitas cada vez que se informa de un sismo en el país.
Según Barrientos en el caso de los científicos que comentan en los medios sobre sismos «es difícil decir algo que no tenga algo de rigurosidad ya que nos basamos en datos que son comprobable, no inventados».
«Nuestro énfasis es entregar mayor información para contribuir al proceso educativo de la población, ya que mientras más se conozca menos se puede recibir informaciones incorrectas», afirma el geofísico.
Y aclara: «por ahora sigue siendo imposible pronosticar con fecha, hora y magnitud la ocurrencia de un sismo».
«En Chile cambió la realidad del país con el terremoto. Hubo un antes y un después», dice Breinbauer. «Pero no creo que estemos ante una psicosis colectiva, eso ya sería exagerado», aseveró.