En 1998 fue la última vez que la Democracia Popular (DP) presentó candidatos presidenciales para las elecciones generales ecuatorianas. En ese año el binomio Jamil Mahuad – Gustavo Noboa triunfó con un estrecho margen del 51,15% frente al candidato del PRIAN, A. Noboa.
Paradójicamente ese logro fue el inicio de la decadencia y crisis que ahora enfrenta la organización -fundada en 1964-, aseguran para diario El Telégrafo, Juan Manuel Fuertes, quien presidió el partido hasta 2006, y Diego Ordóñez, quien lo sustituyó hasta 2010.
48 años después de su creación, la DP no participará en las elecciones de 2013. Para Fuertes, aquello no es una novedad y cree, más bien, que es la consecuencia lógica “de una organización que estaba condenada a morir”.
De los problemas de la DP responsabiliza a la “inmovilidad mental de la dirigencia” que, a su criterio, perdió de vista los contenidos sociales del humanismo cristiano que propugnó el partido -que en primera instancia se denominó Democracia Cristiana y más tarde Unión Demócrata Cristiana-, además de las alianzas políticas con partidos como el Social Cristiano (PSC) que -reitera- fueron “determinantes para la agudización de la crisis”. Y no duda en señalar que la DP pasó de la centro-derecha a ser la “cola de León (Febres Cordero)”. En 1998, Mahuad llegó a Carondelet con el apoyo tácito del PSC.
Ordóñez comparte el criterio y afirma que el gobierno de Mahuad jamás trabajó con el partido y terminó devastando a la DP. Eso lo ratifica Fuertes, quien señala que por un lado trabajaba el presidente y por el otro la organización, incluso enterándose a último momento de las decisiones adoptadas.
Ordóñez, quien ahora está dedicado a su profesión, la abogacía, cuenta que en esa campaña el partido estuvo manejado por una lógica “clientelar, popular, utilitaria”, que se reflejó, por ejemplo, en la asignación de curules en el ex Congreso Nacional, en donde ni siquiera la organización logró tener una representación política. “Llegaron personas que no tenían ni afiliación ideológica, sino arrastre político o tenían vínculos corporativos, económicos, muy fuertes, eran importados. Todo esto representó un deterioro en la conducta política”.
En 2001, la DP enfrentó un juicio en el Tribunal Supremo Electoral que le obligaba a pagar 6 millones de dólares por haber recibido 3 millones del ex banquero Fernando Aspiazu para la campaña. La multa se trasladó a Mahuad.
Ordóñez dice que Mahuad se convirtió en un imán electoral que atrajo tendencias que no representaban una línea política común (como la alianza con el PSC) sino un interés electoral, y por ello cuando se produjo “el quiebre”, como califican a la caída de Mahuad, el partido ya estaba inmiscuido en la lógica populista electoral y desapareció.
Fuertes recuerda que en 2000, tras la salida del poder de Mahuad, fueron muy pocos quienes se quedaron en el partido. “Puse mi carro, dejé hasta mi trabajo, me entregué en cuerpo y alma, quedé completamente desfalcado, mientras otros ex integrantes usaron al partido como una catapulta política”. Ahora él se dedica a actividades comerciales en la Amazonía. “Hay quienes usaron al partido para llegar a la presidencia y cuando lo hicieron, el partido les importó poco”, enfatiza.
En 2001, Osvaldo Hurtado -quien fue presidente de la República de 1981 a 1984 y con quien este Diario intentó hablar pero no obtuvo una respuesta- se alejó de la DP “por un rompimiento personal y político con Mahuad”, dice Ordóñez, y creó su partido Patria Solidaria, con el cual se candidatizó a la presidencia junto con Gloria Gallardo, en 2002, pero contó con la aceptación del 1,08% del electorado. Terminaron en penúltimo lugar. él no fue el único en salir. Rodrigo Paz, ex alcalde de Quito, también lo hizo y se candidatizó a la reelección con el movimiento Quito en Acción.
En el 2006 la dirigencia de la DP decidió cambiar su nombre por Unión Demócrata Cristiana (UDC). Ordóñez comenta que esa modificación fue motivada por la Unión Internacional Demócrata -que financiaba el partido- para participar en las elecciones, donde consiguieron -por alianzas con movimientos provinciales- cinco diputados, entre ellos Carlos Larreátegui.
Pero en 2007 (Asamblea Constituyente) y 2009 (elección de asambleístas) no alcanzaron ninguna representación. En esta última obtuvieron el 0,83% de los votos. A raíz de estos resultados, Carlos Larreátegui dejó la presidencia del partido y en su lugar la asumió Ordóñez, quien en 2010 decidió alejarse de la dirigencia.
Andrés León, fundador del partido, dice que si no se inscriben para participar en los comicios de 2013 es por falta de seguridad jurídica y de independencia de las funciones electorales. Asegura que por ello entraron en un proceso de renovación -con nuevas generaciones y dirigentes- para, en un futuro, volver a presentarse. Fuertes cree que ello es muy difícil porque “el partido está afectado por su propia historia”.
León siente mucha tristeza de que el partido que crearon con un grupo de amigos de Quito, Guayaquil y Cuenca no se inscriba y esté en crisis. Señala que los errores de Mahuad llevaron a la crisis “más profunda” del partido, a pesar de que justifica méritos como los bonos de solidaridad, que se crearon con precios bajos del petróleo. Considera que la DP-UDC logró procesos interesantes en el país, como la electrificación, que se afianzó en el gobierno de Hurtado, y el inicio de un trabajo indigenista.
El fundador considera que a más de las deserciones y el desgaste de casi 50 años de vida política, la DP no tuvo una personalidad definida frente a la crisis política que heredó el gobierno de Mahuad. Pero “la DP tendrá que revivir, tendrá que reactivarse”, insiste