El “hacer carreras” por parte de personas que generan para sí un ingreso extra, genera más de un dolor de cabeza a los transportistas legales como explica Jaime Viracocha, taxista legal, quien sostiene que ahora en la ciudad se registra el mismo número de unidades en cuanto a legales e ilegales, estimado en alrededor de 8.000 por cada sector.
Jaime sostiene que la falta de oportunidades laborales empuja a las personas a tomar riesgos, decisiones que en este caso afectan la economía de los taxis «amarillos». Sin embargo, aunque muchos exigen más controles, no todos los taxistas legales sostienen un criterio radical, Wilson Arteaga explica que “se los debe legalizar en lo posible, las personas tienen derecho a trabajar”.
Fuentes oficiales indican que en 2009 existían cerca de cinco mil vehículos particulares convertidos en taxis informales. De acuerdo con la Unión Nacional del Transporte Ejecutivo Comercial (Unatec), un ciudadano concluye que puede producir algo más de dinero fungiendo como taxi en sus recorridos habituales, coloca un letrero casi imperceptible y lucra de forma ilícita.
Xavier Gamboa, taxista que labora de manera ilegal desde hace tres años, reconoce que su labor no está enmarcada en la ley y justifica su accionar en base a sus necesidades económicas. “Me incautaron un vehículo que lo estaba pagando con el trabajo, tuve que pagar más de mil dólares para recuperar mi auto, deberían ayudarnos”, manifestó.