La búsqueda de grupos con los cuales identificarse es una conducta que hila al común de los individuos. El sentido de pertenencia implica no solamente estar o pertenecer, sino también ir acorde con la ideología o dogma que profesen; sean éstos grupos sociales, culturales o religiosos.
“Apostasía” viene de la palabra griega apostasia, que se traduce en “decaer”. Apóstatas son quienes decaen de la fe de una determinada religión, abandonando lo que ellos antes profesaban creer. Es así que la lógica de constar en un registro para algunas personas como los apóstatas no garantiza que crean en su dogma; están allí registrados en contra de su voluntad ya que recibieron el bautismo a una edad en la que no tenían consciencia social ni poder de decisión. Ahora que lo tienen, buscan desafiliarse o anularse.
En Iberoamérica la religión católica es la más influyente de las religiones. En ese sentido, se supone que quien es católico lo es porque además de bautizado, practica sus credos. Pero esto dista mucho de la realidad en algunos casos, ya que existen personas adscritas y registradas en esta Iglesia pero que en su diario vivir no incorporan esa ideología como filosofía y norma de vida.
En el caso de países como España, la Iglesia sigue sin estar obligada a permitir el derecho de cancelación a aquellos que deciden apostatar. Existen agrupaciones en Madrid como el Movimiento Hacia un Estado Laico que ejerce presión para lograr ser separados de la Iglesia. Este al igual que otros colectivos se describen como un grupo de ciudadanos hartos y cansados de tanta mentira, hipocresía y coacción de la Iglesia católica sobre la vida social y política de ese país.
Fue así que en 2011 su presidenta, Asunción Villaverde, después de cinco meses de iniciado el trámite, consiguió una fotocopia de su baja en el registro de la Iglesia, en latín. Es decir, bastaría con presentar la partida de bautismo y una declaración de abandono de la fe. Pero no siempre sucede así de rápido.
Ante este tema el Monseñor Iván Minda Chalá, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guayaquil, refiere que en estos casos el bautismo no lo borra un papel ni una firma. “Ellos renuncian a la Iglesia pero la Iglesia no renuncia a ellos”. Admite que hay personas católicas bautizadas por la Iglesia, pero en la práctica, puede que no lo sean. “Es una decisión muy individual y personal. No es necesario hacer un trámite. Es cuestión de ser sincero con uno mismo. Pero debe quedar claro que el sacramento del bautismo no se anula”.
En países como Alemania o Estados Unidos, darse de baja de cualquier religión es un mero acto administrativo, casi inmediato, a diferencia de la realidad en España. Para Jon Emanuel Illescas Martínez, máster en Sociología e investigador de la Universidad Complutense de Madrid, “la Iglesia evidentemente tiene que respetar la voluntad de los ciudadanos, que se deberían ver amparados por una institución que engloba a creyentes y no creyentes, fieles y no fieles, como es el Estado”.
Considera además Illescas que la Institución está haciendo una labor anticristiana no respetando la decisión de esos semejantes que libremente han decido no estar dentro de la Iglesia, pues no duda que sea una decisión fruto de la reflexión.
En Ecuador la realidad es similar a la de España. En diciembre pasado, varios jóvenes guayaquileños enviaron una carta al Arzobispo de la ciudad, Antonio Arregui, solicitando que se los retire de los registros de la Iglesia. Transcurridos seis meses de aquella misiva, no se tiene respuesta sobre este caso por parte de la Curia guayaquileña.
Según narra Catalina Suárez, asistente de Monseñor Antonio Arregui, “con la carta nunca hicimos nada porque no hay necesidad de hacer nada. Fue una actitud negativa de parte de ellos. No hay un libro de registros en el que podamos decir ´este ya no es católico´. Obviamente es un malestar que manifiestan (…) No tengo idea qué clase de espiritualidad tienen. Lo que deben hacer es confesarse con arrepentimiento y continuar su fe y nada más”.
Una de las apóstatas quien suscribió la carta de diciembre pasado, es Alicia Mantilla. Ella expresa que al momento se está encaminando por el budismo, pues confiesa que le da más libertad para llevar su espiritualidad sin aprisionamientos ni imposiciones. “No quiero seguir siendo parte de ese conteo y de ese poder que dice tener la Iglesia Católica”. Ella espera que se le dé alguna respuesta a la solicitud enviada a la Arquidiócesis. “Si se ha podido hacer en otros países entiendo que acá lo hemos de poder hacer”, agrega.
Por su parte, Suárez reitera que no hay un libro de registros con nombres y apellidos de los bautizados. “Nosotros como Curia recibimos de las parroquias los datos estadísticos de cuántos bautizos hay en un año, pero son sólo datos cuantitativos no cualitativos. No tenemos un registro de nombres de toditos los católicos, es imposible”.
Reseña que en las estadísticas de 2011 que envió la Arquidiócesis de Guayaquil a la Santa Sede en el Vaticano, se registran 2.759.082 bautizados en la provincia del Guayas. Aclara que la solicitud de los jóvenes no aplica “a menos que hayan hecho un trámite directamente a la Iglesia donde ellos fueron bautizados”. No obstante- afirma Suárez -aun habiendo realizado este último trámite, la eliminación de un dato numérico de aquel documento, no resta fieles.
Monseñor Minda menciona que la apostasía es algo nuevo acá en nuestro país. “No se ha hecho antes y por tanto no hay un procedimiento formal a seguir. Los principios están claros en el Derecho Canónico. La iglesia puede separar a alguien por excomulgación, y aún así, excomulgado, sigue siendo católico”.
En tanto Mantilla cuenta como anécdota que la iniciativa de apostatar surgió de una conversación entre amigos. La idea era darle a conocer a otras personas que no se sienten representadas con la doctrina católica, que existe una opción para desligarse de la religión. Ella estudió en un colegio católico pero admite que se fue desencantando poco a poco de esta fe.
Redacción: Johanna Nazareno