“Hoy día escucho hablar del peligro autoritario que los nuevos regímenes populistas presentan para las sociedades latinoamericanas no puedo menos que reírme. Porque si hay un régimen político al cual es inherente el autoritarismo no son los regímenes populistas, sino el neoliberalismo”.
Así definió el teórico político argentino Ernesto Laclau a los actuales regímenes que se erigen en América Latina. Estas afirmaciones las hizo durante su intervención denominada Institucionalismo y populismo en América Latina, dictada en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, en Quito.
Según el intelectual, para apuntalar estas políticas neoliberales fue necesario tener regímenes militares. «Sin Videla, en Argentina, y Pinochet, en Chile, los planes del neoliberalismo no hubiesen sido posibles», argumentó.
En América Latina, los nuevos regímenes nacional-populares empiezan a erigirse después de dos derrotas: la existencia de regímenes militares y el predominio del neoliberalismo al comienzo de los años 80 pero hegemónicamente en los 90. “Este tipo de política condujo a un desastre generalizado”, agregó.
El catedrático destacó que con el fracaso del neoliberalismo, la desarticulación de las economías que este ha producido y con la desarticulación de los sistemas políticos que las dictaduras han creado, se dan las condiciones para una interpelación popular a las masas que, a partir de un punto de poder (que es en parte el resultado de la movilización de las masas, pero no exclusivamente), puede producir proyectos de cambio de carácter mucho más radical.
El signo de este cambio en América Latina es un predominio del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo. “El Poder legislativo ha sido, tradicionalmente en América Latina, la sede de reconstitución del poder de las oligarquías locales; mientras que, cuando ha habido proyectos más radicales de cambio, estos han residido en el predominio del poder ejecutivo”.
Ernesto Laclau aseguró que esta nueva forma de hacer política en América Latina nuevas formas institucionales: las misiones en Venezuela, las reformas introducidas por el krischnerismo, en Argentina y toda la institucionalidad creada por el gobierno ecuatoriano.
“Tenemos un nuevo institucionalismo que no rompe con el anterior pero lo va a compensar con las formas del poder popular”, concluyó.