La Confederación de Pueblos, Organizaciones Indígenas y Campesinas (FEI), el Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicas (Feine), la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) y la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin) son los cuatro frentes de trabajo de esta etnia en Ecuador.
Luis Andrango, presidente de la Fenocin, comenta que a pesar de que la agenda de trabajo de estas organizaciones es similar y gira entorno a tierra, agua, criminalización de la lucha social y la interculturalidad, la estrategia con la que cada una trabaja es diferente y por ello se producen distancias. “El movimiento indígena no es uniforme, pero está unido y somos diversos pero no estamos divididos”, aclara.
Andrango pone varios ejemplos que parten desde la concepción que las dos organizaciones más fuertes del movimiento indígena como son la Conaie -que reúne a 10.000 comunidades indígenas – y la Fenocin -que está integrada por 52 organizaciones, cada una con 30 comunidades de 60 familias a nivel nacional, en 18 provincias- tienen del Gobierno.
“La Fenocin caracteriza al Gobierno en disputa y con una composición de clases, mientras que la Conaie lo hace como un gobierno neoliberal y capitalista”, dice Andrango. Por ello, según el dirigente, la “estrategia de cómo actuar es distinta”. La suya, admite, es el debate sobre soberanía alimentaria, tierra, agricultura y agrodiversidad.
En cambio, agrega, la Conaie trabaja en minería, plurinacionalidad y en reforzar los derechos de la Pacha Mama.
Por su parte, Humberto Cholango, presidente de la Conaie, afirma que entre estas organizaciones hay coincidencias como la redistribución de los medios de producción y no hay “contradicciones ideológicas y programáticas”, a pesar de que admite que en esta última movilización, al contrario de lo que pasó en las marchas de 1990 y 2010 por la Ley de Aguas, esta vez no estuvo la Fenocin.
“No participan una, dos o tres organizaciones, pero para nosotros es fundamental la presencia masiva del movimiento”, confiesa.
Cholango asegura que “entre las organizaciones indígenas no hay prejuicios”, pero Delfín Tenesaca, de la Ecuarunari, que es una de las organizaciones que integra la Conaie, tilda a la FEI como “un organismo arrimado al Gobierno y que, siendo sinceros, no representa a los sectores indígenas como comunidades y organizaciones”.
De su lado, la Feine tiene una “agenda junto con la Conaie y los movimientos sociales”, así lo define José Avemañay, líder de la agrupación, pero recuerda que se respetan las agendas particulares de cada organización. Dice que la Fenocin “está gobernando con el actual Presidente y eso es un punto por discrepar, ya veremos qué pasa, porque la política pasa factura”.
Tenesaca habla de nudos críticos con la Fenocin como la integración del Consejo Plurinacional y la interculturalidad y plurinacionalidad, sobre todo en el manejo de los páramos y del agua. Y para solucionarlo, el dirigente dice, la Fenocin, por ejemplo, tendrá que ver si las “bases luchan por la vida y por el agua o como Pedro de la Cruz, por sus fines políticos o por su puesto”.
A criterio de Andrango, la Conaie considera a Pachakutik “como su instrumento político-electoral”. Tenesaca dice que Pachakutik “es el brazo político que tiene la proyección política junto con la organización”, por ello se acepta el apoyo del Movimiento Popular Democrático (MPD), con el que mantiene “acuerdos”.
Mientras que, Andrango sobre el apoyo que da el movimiento Socialista -que tanto él como el asambleísta Pedro de la Cruz apoyaron para su reinscripción- indica que es “un aliado, pero no lo consideramos la base ni un instrumento electoral”. Sobre PAIS, recuerda, tienen un acuerdo con Correa, desde 2006, cuando él fue candidato presidencial y que en ese mismo año se reafirmó el convenio del Partido Socialista.
En las elecciones de 2013, la Fenocin apuesta por recuperar el debate de los consejos: Intercultural, Plurinacional y Agrario, así como sostener la Conferencia de Soberanía Alimentaria. Esto con el objetivo de lograr “incidencia en el Legislativo en donde se va a definir el debate”.
Andrango manifiesta que luego de la aprobación de la Asamblea Constituyente, en 2007, empezaron los conflictos con la Conaie y el resto de las organizaciones indígenas.
Hasta que en mayo de 2010 entre la dirigencia de la Fenocin y la Ecuarunari se propusieron acuerdos, entre ellos, de respeto de las coyunturas y estrategias entre las organizaciones, además de la no agresión. Aunque en 2011, la asambleísta Lourdes Tibán (Pachakutik) llamó “indio vendido, peón de Correa” al asambleísta Pedro de la Cruz (Fenocin).
Andrango confiesa que la relación entre las organizaciones se complica cuando hay representantes que están en los espacios políticos electorales. “La confrontación entre Pedro de la Cruz y Lourdes Tibán gira alrededor de la política legislativa. Pero las organizaciones hemos mantenido el nivel de acuerdo. Cuando Pedro es agredido, reaccionamos y exigimos el cumplimiento y a través de las estructuras organizativas pedimos un llamado de atención”.
Andrango admite que los enfrentamientos entre De la Cruz y Tibán trascienden el campo personal y recuerda que la confrontación más tensa fue en la discusión sobre la Ley de Comunas, en la que Tibán “intentaba convertir a las comunidades en asociaciones y cooperativas empresariales, que es un riesgo de transformar a los territorios ancestrales en una lógica empresarial”.
Para Tenesaca, “por un lado es el tema de las personas que fueron electas por voto popular y otras la organización”. Dice que Tibán fue una autoridad “electa por decisión popular y debe jugar su papel en el Legislativo, pero los dirigentes somos nosotros, quienes ni siquiera podemos tomar decisiones por nuestra propia cuenta, sino que se toman sobre las bases”.
Considera que hay autoridades de elección popular que cuando tienen sus espacios “desde allí quieren manejar a la organización y eso debemos confrontar seriamente” y lo llama “dificultad política”, pero no una división.