Glenda Avilés viajó más de 14 horas desde Manabí para asistir a la marcha por la defensa de la democracia. Al parque El Arbolito llegó con más 20 compañeros de Olmedo, su cantón de origen. Su intención fue agradecer al Primer Mandatario por el bono de la pobreza que ahora tiene y gracias al cual puede alimentar a su hijo de ocho meses, indicó, mientras amamantaba al pequeño, cobijado entre sus brazos.
Como ella, miles de personas llegaron a Quito para expresar su respaldo al Gobierno. Cada uno tenía un motivo. A Camilo Sánchez, de Esmeraldas, el cáncer pulmonar que padece no le impidió viajar. “Gracias al Presidente sigo vivo, él me apoya con medicinas y recibo las quimioterapias que no podría pagar”.
él es pescador y arribó a la ciudad a las 06:00, junto a otros simpatizantes del régimen que portaban carteles con mensajes de afecto como “Gracias por las escuelas”, “Presidente, tienes nuestro apoyo” o “Correa amigo, no estás solo”.
Al mediodía, el emblemático parque quiteño lucía lleno. Allí estaban miles de personas, entre ellos, indígenas, afros, trabajadores y estudiantes de la FEUE. También se hicieron presentes varios ministros, como Doris Soliz, de Desarrollo Social; Ximena Ponce, de Inclusión Económica; Jorge Glass, de Sectores Estratégicos; y el presidente del Legislativo, Fernando Cordero, quien llegó acompañado por los asambleístas del Movimiento PAIS.
Cordero fue frontal: “Sabemos que en la marcha de la oposición hay intereses legítimos, pero también candidatos anticipados y colados que buscan salir en las fotos”.
Mientras tanto, a las plazas de la Independencia, San Francisco y Santo Domingo llegaban más simpatizantes del Ejecutivo. En cada lugar se esperaba el arribo del presidente Rafael Correa. Para las 11:00 el Centro Histórico estaba repleto de banderas verdes, algunas portadas por personas con discapacidad, motivadas porque el Ejecutivo les permitió “recuperar la dignidad”.
Gloria Arévalo viajó ocho horas desde El Triunfo (Guayas) en “agradecimiento a la gestión del vicepresidente Lenín Moreno”, porque la apoyó con 30 mil dólares para una operación. Tenía un tumor en la columna y durante 12 años no pudo caminar.
Jorge Puente, en su silla de ruedas, manifestó: “Los opositores deben quitarse la venda de los ojos y reconocer el trabajo del Gobierno. Al fin recuperé mi autoestima, conseguí empleo en una fábrica de lácteos y la gente ya no me ve con lástima”.
El vicepresidente Moreno recorrió con ellos la calle Espejo y avanzó hasta la Plaza de Santo Domingo. Allí agradeció el respaldo y minutos después se sumó el presidente Correa para reiterar que “la Revolución Ciudadana no la para nadie”. La concentración finalizó con un pedido general a viva voz: la reelección de Correa.