El Gobierno del Reino Unido presentará mañana su propuesta de presupuesto del Estado para 2012-2013, con el que se espera que ahonde en su política de recortes pero con el reto de impulsar también el crecimiento.
El ministro de Economía, el conservador George Osborne, detallará su plan ante la Cámara de las Comunes a las 12.30 GMT, tras lo que seguirá un debate de varios días entre los parlamentarios y una votación.
Con mayoría en la Cámara, el Gobierno de coalición entre conservadores y liberaldemócratas no tendrá problemas para aprobar su presupuesto para el ejercicio fiscal 2012-2013, que previsiblemente contará con la oposición del Partido Laborista.
Una de las incógnitas sobre el plan del Ejecutivo de David Cameron es cómo conseguirá combinar la aplicación de más medidas de ahorro para reducir el déficit con otras para impulsar la estancada economía del país.
Aunque parece que el Reino Unido escapará de momento a la recesión, todo indica que el crecimiento económico seguirá siendo bajo este trimestre tras una contracción del 0,2 % a finales de 2011, lo que se combina con una tasa de paro del 8,4 %.
También hay incertidumbre en cuanto a cambios en la política fiscal y se especula con que Osborne podría rebajar del 50 % al 45 % el gravamen impositivo sobre las rentas más altas, lo que satisfaría a los votantes conservadores pero sería difícil de vender al resto del país.
Los liberaldemócratas, socios minoritarios en el poder y teóricamente de centroizquierda, han indicado que apoyarían esa rebaja solo si se introduce en su lugar un impuesto específico para los ricos, sea sobre sus mansiones o para asegurar una contribución mínima de los magnates con parte de sus activos en el extranjero.
Los liberales de Nick Clegg abogan además por que se suba el umbral contributivo a las personas con menos ingresos, y es posible que, a cambio de esa concesión, el ministro de Economía plantee una reducción del impuesto de sociedades, que grava el beneficio de las empresas.
Esta última medida es reclamada por la patronal británica de empresarios para atraer a las corporaciones al Reino Unido, frente a la reivindicación sindical y de los laboristas de aumentar el gasto público para crear empleo.
Se espera que la Oficina de responsabilidad presupuestaria, instaurada por este Gobierno para supervisar las finanzas públicas, dé a conocer mañana sus previsiones de crecimiento de la economía y de la evolución de la inflación.
En este sentido, hoy la Oficina nacional de estadísticas dio una buena noticia al Ejecutivo de Cameron al divulgar un descenso de la inflación en febrero hasta el 3,4 %, el índice más bajo en quince años.
No obstante, la ralentización de la economía, en parte como consecuencia de la crisis en la eurozona, sigue siendo el principal problema del Gobierno de Cameron, que, para cumplir con su programa de reducción del déficit, debe buscar medidas de estímulo que no impliquen un aumento del endeudamiento.
Así, el primer ministro anunció el lunes su intención de abrir la construcción de carreteras en Inglaterra al capital privado, con inversiones por parte de fondos de pensiones o soberanos.
Frente al secretismo que rodea al presupuesto, hoy el Gobierno de coalición adelantó una medida concreta: se comprometió a enviar un recibo a todos los contribuyentes, a partir de 2014, en el que se detallará cómo el Estado invierte sus impuestos.