Sus rostros denotan cansancio, pero, a la vez, alegría. Han llegado desde distintos puntos del país -Santa Elena, Manabí, El Oro- para decir unas cuantas verdades públicamente, ‘duélale a quien le duela’ porque están hartas, aseguran, de existir, pero que nadie las tome en cuenta.
Dicen que mañana, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no tienen nada que celebrar, sino más bien mucho que exigir y puntualizar. Y por eso están allí, en el segundo piso de la Universidad Católica, -auspiciadas por la agrupación de derechos femeninos Yerbabuena-, donde una marea de alumnos, desde los pasillos, las mira con curiosidad.
Parecen inquietas por hablar, por empezar, y es Eva Ganchozo quien toma la palabra en honor al tiempo, porque tienen mucho que hacer y mañana es el día de la marcha, el día en que dirán sus verdades.
Ella ha llegado desde la provincia de Manabí y representa al grupo Constituyendo Igualdad, Articulación Feminista (Portoviejo).
“Lo que me preocupa -dice Ganchozo-, a mí, como mujer, y a mi grupo en general es la existencia de las desigualdades económicas, merced a un injustificado machismo arraigado en la zona de donde vengo. Esta es una de las causas de la violencia que sufren las mujeres. Este 8 de marzo no queremos chocolates, no queremos regalos, no queremos osos de peluche, ni flores, lo que queremos es que nos escuchen y que respeten nuestras necesidades y propuestas”.
Bananeras mortales
A tono con esa postura, el turno de exponer fue para Felicia Mendía, una mujer de la provincia de El Oro, que representa a la Asociación de Mujeres Agroartesanales. Muy convencida de sí, Mendía asegura que el mayor problema que padecen las mujeres es la explotación laboral a la que están sometidas en los diferentes sitios de trabajo, en especial las bananeras.
“Es muy común que en esos lugares se las haga trabajar hasta 12 horas diarias, en los llamados embarques, trabajo por el cual apenas les pagan 10 dólares, dinero con el cual en muchas ocasiones deben ellas mismas comprarse sus implementos de trabajo, como guantes o mascarillas o botas. A esto se suma el hecho de que laboran en medio de una total inseguridad, no solo por lo rudo del trabajo, sino porque están expuestas a la inhalación de productos químicos totalmente nocivos para la salud”.
Así, señaló que en esa zona del país es muy frecuente el que nazcan niños con defectos y hasta mujeres que han malogrado su embarazo o, incluso, han quedado estériles. Nadie responde por esto, “ni siquiera por las menores de edad que trabajan allí, sin ningún tipo de beneficio de ley. Somos las mujeres invisibles y queremos dejar de serlo de una vez por todas”.
Impulso a la creatividad
Para la representante de la agrupación Desca (Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales), la afrodescendiente Betty Arroyo, una de las estrategias que más resultado les ha dado para contrarrestar los casos de marginación antes señalados, es la de potencializar el desarrollo artesanal de las mujeres y apuntar a la creación de escuelas de enseñanza en toda la provincia del Guayas. Actualmente, a nivel de la provincia, afirma, han capacitado a más de 4.000 mujeres en distintas ramas artesanales.
“Toda mujer es creativa desde su nacimiento; todas nacemos con dones y habilidades. Sin embargo, hay un gran problema, porque aunque existe el artículo 311, que habla de la economía social y solidaria, estos grupos de artesanos no están legalizados ni organizados, lo cual los hace muy vulnerables. He ahí la lucha nuestra, para que ellos entren en una asociatividad productiva y eficaz”.
Arroyo destaca la efectividad del Programa de Gobierno Pro Ecuador y las oportunidades que brinda a las mujeres del país, así como la asistencia del MIES, que está contratando mano de obra femenina; sin embargo, asegura que les falta un liderazgo firme que coadyuve a mejorar su desarrollo.
Asimismo hizo hincapié en la necesidad de que las mujeres deben ‘emanciparse’ ante los organismos de crédito, pues lamentablemente, “si una mujer no está representada por un varón, no le dan ningún tipo de crédito; si no tiene un bien a su nombre, por ejemplo una casa, tampoco es sujeto de crédito. Todo ha causado que la mujer haya sido invisibilizada”.
Otro aspecto que destacó Arroyo en la lucha diaria de las mujeres es el de que estas, conscientes de que la naturaleza debe ser preservada, utilizan en la elaboración de sus artesanías materiales reciclables. De esta manera, el año pasado, en un convenio con el INFA, elaboraron 5.000 juguetes para entregar a los niños pobres por la Navidad y fin de año.
“Por todo esto, el 8 de marzo vamos a estar en las calles para denunciar los casos de explotación de muchas de nuestras mujeres, que tienen que dejar a sus hijos en casa para poder irse a trabajar”, dice Arroyo mientras sus compañeras asienten.
Desde la Península
Alba Sosa Pincay, delegada de la asociación Apinn, Buscando el Desarrollo de Posorja, inspirada por su predecesora, es enfática en manifestar que su trabajo por apoyar a las madres comunitarias no es reciente, sino que tiene ya más de diez años.
Lamentablemente, afirma, y pese a la gestión que han desarrollado en esa zona de la Península, “muchas madres están siendo despedidas de sus trabajos. Ellas, que han dejado todo, desde sus estudios hasta sus hijos encargados, se están quedando sin un medio de sustento. Muchas son madres solteras y la única fuente de sustento para sus familias”.
“Hay retos pendientes”
Billy Navarrete, representante del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, asegura que la situación de la mujer, en cuanto a su acceso en las áreas de trabajo, es grave y muchas tienen desafíos pendientes.
“Creo que su rol en la construcción de la Constitución de Montecristi fue contundente, en materia de propuesta ciudadana y propositiva. Creo que lo que está pendiente ahora es que esos desafíos, que tienen rol constitucional, bajen al hecho concreto”.
Pese a este aporte decisivo, para Navarrete, la mujer ecuatoriana no ha sido evaluada con justicia ni ha tenido las oportunidades condignas. Y no solo eso, sino que hoy en día la sociedad está asistiendo a nuevas formas de esclavitud, que son aquellas que se producen a propósito del fenómeno migratorio.
“El hecho de, por ejemplo, tener una deuda que se paga con trabajo, que es algo bastante grave. También está el tema de las hipotecas en España y ese tipo de cosas que son nuevas formas de esclavitud. Es bastante común encontrar mujeres en esa situación. Entonces hay todo un desafío en materia de género”.