Un recorrido por el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (Iepi) sirvió al presidente ecuatoriano, Rafael Correa para notar que ente está subutilizado y eso tiene un costo en bienestar y retrasa el cambio cultural.
“Hay que reformular la visión, el Iepi fue creado por una ley de 1998 promovida por el Banco Mundial en plena noche neoliberal, es una institución pública pero al servicio de los negocios privados y no del bien común. Hay que reformar esa ley pero con los instrumentos que tenemos actualmente”, mencionó.
Sin embargo, anotó como un acierto la política de licencias obligatorias, porque garantizan derechos, por ejemplo a la salud.
“La diferencia entre la vida y la muerte puede darse por tener la plata o no para comprar el medicamento. No podemos dar todas las medicinas gratuitas, por ejemplo las medicinas contra el cáncer son extremadamente caras porque debemos pagar a las trasnacionales sus años de investigación. Las licencias obligatorias dicen que se pueden fabricar esas medicinas localmente para garantizar el derecho a la salud, o se pueden importar de países como India o China a los que no hay que pagar ese extra porque reprodujeron los desarrollos de estas transnacionales”, explicó.
Este recorrido se realizó porque el Iepi es parte de la cadena de calidad, conformada además por el Instituto Nacional de Normalización (Inen), Agrocalidad y el Instituto de Higiene leopoldo Izquieta Pérez. El mandatario ha dicho que recorrerá en los primeros meses cada instituto para ver sus procedimientos, institucionalidad adecuada. Esto porque, dijo, en esta segunda etapa de su proyecto de «Revolución Ciudadana» se necesita calidad y eficiencia. «El país se va a posicionar por su calidad», dijo.
Durante el recorrido por las instalaciones del Iepi, en Quito, el presidente asistió a la entrega de una autorización de uso de la Denominación de Origen “Sombreros de Montecristi” (Manabí), cuya propiedad es del Estado pero sirve a los artesanos para aumentar su competitividad y relacionar este típico producto ecuatoriano de exportación con su origen en la provincia costera de Manabí.
Esta fue la primera autorización de estos sombreros entregada en esta ocasión a la Unión de Tejedores de Sombreros de Montecristi, representados por Flerida Pachay, quien regaló uno de esos hermosos atuendos al primer mandatario.