El muelle fluvial de la ciudad del Coca, en la provincia de Francisco de Orellana, es el punto de concentración de centenares de trabajadores petroleros.
En este sitio deben abodar los “deslizadores” (botes) que los trasladen a varios kilómetros a lo largo del caudaloso río Napo, hasta el respectivo campamento en el que cumplen sus labores.
Minutos antes de tomar las naves, los empleados de empresas como Repsol (de España), que opera en el campo 16, reciben una charla de seguridad a cargo de un técnico y al mismo tiempo les transmiten un video con los 7 pasos a seguir mientras dure la navegación.
Este proceso se realiza cada vez que los trabajadores regresan a sus puestos tras 14 días de descanso.
Y es que el tema de seguridad para este tipo compañías es de tal importancia que empieza desde el mismo momento en que sus colaboradores llegan a la capital de esta provincia. Así, por ejemplo, cuando van en el bus rumbo a la terminal fluvial les dan instrucciones para que se coloquen los cinturones de los asientos.
Un funcionario se encarga de verificar que todos vayan seguros en sus puestos y el bus no avanzará, mientras eso no se confirme.
En la charla, previo al abordaje, se hace énfasis a las acciones a tomar en caso de una emergencia.
Una de ellas es que se desaten los pasadores de las botas que usan, pues al tener punta de acero, en caso de un naufragio les daría problemas para mantenerse a flote.
Del mismo modo se les recuerda que si una persona cae al agua debe intentar nadar a favor de la corriente, tratando de llegar a un punto en donde pueda incorporarse hasta que llegue la ayuda.
Asimismo, si una persona no sabe mantenerse a flote tiene la obligación de comunicarlo a los responsables de la embarcación.
Ningún empleado pasará por las escaleras hasta el muelle y menos subirá a un bote si es que no lleva puesto correctamente el chaleco salvavidas. Todas las instrucciones deben cumplirse al pie de la letra.
Luego de casi una hora y media de navegación en un río no muy correntoso y de agua turbia, los empleados de Repsol arriban a un lugar conocido como Pompeya Norte, la puerta de entrada al Parque Nacional Yasuní.
Aquí nuevas medidas de seguridad deben adoptarse hasta llegar al NPF (Facilidades de Producción del Norte) o SPF (Facilidades de Producción del Sur), que son los campos en los que la empresa tiene sus operaciones.
El bus que traslada a los empleados en un recorrido de aproximadamente 50 kilómetros no puede superar los 40 km/h de velocidad. De pasar ese límite, el vehículo le emitirá un sonido al conductor, que le indica que debe reducir la marcha del automotor. Si no lo hace estará sujeto a sanciones que pueden llevar, incluso, su salida de la compañía.
Pero, ¿cuál es la causa por la que deben ir despacio? Paúl Solís, coordinador de seguridad de Repsol, explicó que se busca evitar accidentes como el atropellamiento de un nativo o de alguna especie animal. “A esa velocidad el conductor puede controlar el carro en caso de que se le cruce un huaorani en labores de cacería, un niño o un animal que circule por la vía”, aseveró.
Control en los campos
Si en el trayecto a los campamentos se deben cumplir este tipo de disposiciones, una vez adentro los controles son más rigurosos.
Van desde la vestimenta que deben usar los técnicos hasta los equipos contra incendios y de emergencias que funcionan, en su mayoría electrónicamente, con capacidad de reacción casi instantánea.
Los petroleros deben vestir obligatoriamente con camisa manga larga y pantalón, ambos preferiblemente en tela jean, con el fin de protegerse del sol o de alguna quemadura producto de un percance.
Las gafas oscuras evitan daños en las pupilas por efectos de los rayos solares o en caso de alguna explosión accidental; el casco para evitar el impacto en la cabeza de un tubo o equipo y los tapones de los oídos para contrarrestar los 90 decibeles que genera el ruido de las plantas.
“Los guantes son otro implemento necesario. Permiten manipular equipos que pueden estar a altas temperaturas y las botas con la punta de acero protegen los piés contra la eventual caída de algún objeto contundente”, precisó Solís. En cuanto a las instalaciones de procesamiento del fluido de producción (nombre con que se conoce al crudo cuando se lo extrae mezclado naturalmente con agua y gas), este es vigilado por cámaras y dispositivos que controlan posibles cambios de temperatura, variaciones en la presión de las válvulas, afectaciones en el voltaje, eventuales subidas o bajadas de la energía y similares.
Freddy Espinoza, jefe de producción, manifestó que con el sistema Scada se encargan de todo ese chequeo, pero además quienes entren a las plantas deben comprobar que los sistemas de aislamiento estén asegurados. El Scada es un sistema basado en computadoras que permite supervisar y controlar variables de procesos a distancia, proporcionando comunicación automáticamente por medio de un software especializado.
“Hay que comprobar también que no haya gases, energía o líquidos en el sistema. Si cambian las condiciones en la atmósfera, hay que salir del sitio de inmediato”, afirmó.
Del mismo modo, cuando se efectúan excavaciones superiores a 1,2 metros, se deben apuntalar las paredes del sitio para evitar derrumbes; o si el trabajo es a una altura que pasa los 2 metros, los trabajadores tienen que estar sujetos a un arnés atado a un sitio resistente previamente ya identificado en las estructuras.
En los campos de Repsol y en los de otras compañías existe presencia militar. La petrolera española cuenta con el respaldo de 20 elementos del Ejército, que dan soporte a una empresa de seguridad privada.
“Si se produce una emergencia, hay dos puntos de reunión a donde debe ir todo el personal. De igual manera contamos con dos brigadas: una de primeros auxilios y otra de bomberos, esta última liderada por 2 ex elementos de la casaca roja que se apoyan con 75 personas de la empresa, capacitadas en esa materia”, dijo Solís.
El coordinador de seguridad sostiene que el principal riesgo en una empresa de este tipo es un incendio, pero las compañías cuentan con tomas de agua abastecidas y sitios en los que la espuma contra el fuego cae a los pocos minutos de iniciado un siniestro.
Las autoridades del sector son las encargadas de verificar el cumplimiento de estos parámetros de seguridad en las petroleras.