Los socorristas reanudaron ayer la búsqueda en el casco del Costa Concordia tras horas de interrupción debido a oscilaciones del navío semihundido, mientras familiares de los desaparecidos expresaban indignación y cólera contra el comandante del crucero.
La rabia de los familiares se acrecentó ayer después de que el peruano Saturnino Soria, padre de la joven desaparecida Erika, pidiera públicamente a las autoridades italianas que el comandante del navío, Francesco Schettino, no quede impune por lo que ha hecho.
“En otro país estaría en la cárcel, pasaría un mal momento, no estaría tranquilamente tomando café con su madre”, comentó por su parte a la AFP el indio Kevin Rebello, hermano de Russel, uno de los miembros de la tripulación que no aparece.
La liberación del controvertido comandante del crucero, principal responsable de la tragedia, quien se encuentra en arresto domiciliario en su residencia de Meta de Sorrento, generó irritación entre los parientes de las víctimas que esperan noticias en la isla italiana de Giglio, donde se produjo la tragedia hace una semana. “Han jugado con la vida de la gente. Siento mucha rabia”, sostiene Rebello, quien trabaja habitualmente en Milán, norte de Italia.
Mientras tanto, la compañía Costa Cruceros, propietaria del barco, anunció ayer la suspensión de sus funciones del capitán de la nave, Francesco Schettino, envuelto ahora en la polémica por la compañía aquella noche del naufragio de una misteriosa joven moldava.
El abogado de la naviera, Marco de Luca, informó de las medidas que, por el momento, ha decidido tomar la compañía, entre ellas la suspensión de Schettino, lo que se considera como un primer paso para proceder a su despido tras el naufragio, que deja un balance de al menos once muertos y una veintena de desaparecidos.
La polémica volvió a rodear al capitán al conocerse que la Fiscalía de Grosseto buscaba a una joven rubia de unos 25 años de edad y de nacionalidad moldava. Se trata de Domnica Cemortan, que acompañaba al capitán en el navío.
Ella apareció y afirmó ayer que el comandante Francesco Schettino salvó muchas vidas y calificó de absurdas las acusaciones contra él. Domnica Cemortan, una bailarina de ballet, contó que estaba cenando con amigos cuando tuvo lugar el accidente y negó que Schettino estuviese bebiendo en la cubierta. “Todas las acusaciones que se oyen contra él son absurdas”, declaró la Cemortan, quien regresó a Chisinau tras el naufragio. “Abandoné el barco a las 23:50. El comandante aún estaba trabajando en cubierta”, añadió. La Justicia la llamará a declarar.