El 19 de septiembre pasado organizaciones sociales, comerciantes minoristas y colectivos juveniles realizaron una marcha pacífica en el centro de Guayaquil para reclamar el derecho efectivo y democrático al espacio público, para pedir que se reabra el caso del caricaturista “Pancho Jaime” asesinado y torturado en la década de los 80, y expresar su rechazo a la instalación de un monumento al ex Presidente León Febres Cordero en el barrio Las Peñas.
Dicha expresión fue reprimida por los policías municipales, a pesar de haber contado con los permisos respectivos. En declaraciones al periódico oficial El Ciudadano, Felipe Ogaz, del colectivo Diabluma, aseguró que la marcha contaba con el permiso de la Intendencia de Policía de Guayaquil. Sin embargo, los municipales vestidos de civil e incluso concejales afines al alcalde Jaime Nebot, los agredieron.
“Estos señores sacaron correas, palos, cadenas para agredirnos. A mí (Ogaz) me patearon en el suelo y a dos compañeras también. Ellos blandían sus armas, mientras nos quitaban nuestros tambores, banderas y megáfonos. Alardeaban también que su sueldo lo recibían de Jaime Nebot”.
Luis Cubillo, Gobernador del Guayas (e), corroboró esta versión y enfatizó que la marcha sí tuvo permiso, fue pacífica y que además, tuvo protección de la Policía Nacional, pero que “los garroteros del Municipio” impidieron que los manifestantes usen su derecho a expresarse en una céntrica plaza de la urbe. “Allí todos los ciudadanos tenemos derecho a expresarnos y no puede ser que cuando quieren expresarse, el Alcalde (Jaime Nebot) ponga su guardia pretoriana”.
Cubillo lamentó que la Policía Nacional se haya sentido desbordada ante la agresión de los municipales. El concejal Octavio Villacreses dijo que este tipo de acciones de los policías municipales no le extraña pues esta guardia solo le sirve al Alcalde y sus fines; “ellos son un símbolo de represión, de infundir temor y no de servicio. No es un cuerpo que sirva a la ciudadanía”.