El presidente de la Federación de Rusia, Dmitri Medvédev, ha ordenado poner en marcha un nuevo radar, desplegado en la provincia más occidental del país, Kaliningrado, para responder a los planes de EE. UU. de creación del escudo antimisiles europeo.
Medvédev declaró que espera que los socios occidentales reciban la información de puesta en marcha de este radar como señal de que Rusia está preparada para responder adecuadamente al sistema norteamericano de defensa antimisiles europeo. Sin embargo, añadió que el radar no está dirigido contra los socios occidentales y que puede ser usado para la defensa común.
Los radares terrestres de este tipo son uno de los principales elementos de los sistemas de alerta de ataques misilísticos y del control del espacio cósmico. El Voronezh-DM está destinado a recibir la información sobre posibles ataques con misiles y transmitir esos datos a puntos de dirección estatal y militar. Además su función es trasmitir la información necesaria a los sistemas de defensa antimisiles.
Kaliningrado es la provincia más occidental de la Federación de Rusia y por ende es un punto estratégico para la posible 'respuesta' rusa al despliegue del escudo antimisiles de EE. UU. en Europa.
Moscú se opone a los planes de EE. UU. de instalar sistemas antimisiles bajo el pretexto de proteger a Europa ante una supuesta amenaza por parte de países como Irán. Esta negativa se basa en el hecho de que ninguno de los llamados 'países problemáticos' posee misiles con un alcance de entre 5.000 y 8.000 kilómetros que puedan suponer una amenaza real para Europa, tal y como aseguró ya en 2007 el entonces mandatario ruso Vladímir Putin.
No obstante, en noviembre de 2010, en la cumbre de Lisboa, Rusia y la OTAN acordaron colaborar en la defensa antimisiles para Europa. Pero las negociaciones se vieron entorpecidas por la resistencia de EE. UU. a presentar garantías jurídicas de que el escudo no está dirigido contra las fuerzas estratégicas rusas.
Hoy en día varios países como Polonia, Rumania, Turquía y España se han comprometido a participar en el proyecto norteamericano. El 22 de noviembre EE. UU. anunció también el cese temporal de una parte de sus obligaciones respecto a Rusia en el marco del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE).
La respuesta rusa
Por su parte, el presidente Medvédev comunicó que Rusia podría salir del Tratado ruso-estadounidense de reducción de armas estratégicas ofensivas (START, firmado en 2010 en Praga) si Estados Unidos sigue adelante con su política en Europa sin prestar atención a las propuestas de Moscú. Entre los pasos concretos a tomar por parte rusa, citó los siguientes:
– La puesta en funcionamiento del sistema de alerta de ataques ubicado en la ciudad de Kaliningrado.
– El fortalecimiento de la defensa de objetivos estratégicos de armamento nuclear.
– El equipamiento de los misiles balísticos estratégicos con instrumentos que los hagan capaces de superar el escudo antimisiles.
– El desarrollo de medidas que permitan eliminar sistemas de información y de control del escudo.
– La instalación de misiles móviles Iskander en el oeste y en el sur de Rusia.
La declaración completa del presidente de Rusia sobre este tema se puede leer mediante este enlace.
Aún así, en este difícil momento para las negociaciones entre Rusia y EE. UU., Moscú apuesta por la vía del diálogo a fin de llegar a un acuerdo común «hasta que Washington supere el punto de no retorno en este asunto», es decir, hasta que Rusia verifique definitivamente que el escudo antimisiles afecta a las zonas de control de las fuerzas nucleares estratégicas rusas, según Dmitri Rogozin, embajador de este país ante la OTAN.