Al leer el nombre de Liduvina Peñafiel, muchos no sabrán de quién se trata, algunos se preguntarán: ¿será oficialista u opositora? ¿De derecha o izquierda?, pues en Ecuador como en el resto de países ‘los contreras’ son los que se mantienen vigentes en la memoria de la población, a través de los medios de comunicación.
Esta mujer, de mirada triste y de baja contextura, es la madre de Carlos Mora Peñafiel, el más joven de los 21 contagiados de VIH (virus de inmunodeficiencia humana) en la clínica de hemodiálisis del doctor Galo Garcés, en noviembre de 1995, en la ciudad costera de Guayaquil.
Hace 3 meses y 14 días que su hijo murió en sus brazos, contra todo pronóstico médico Carlos Mora vivió 16 años, luego de ser contagiado a los 9, logró graduarse de bachiller y en 2006 escribió un libro titulado “21, Historia de un Sobreviviente”, un testimonio de su lucha diaria desde que fue infectado.
En su sencilla vivienda, la mamá de Carlitos, como todos le decían aunque a él no le gustaba porque ya era un hombre, recuerda que luego de la muerte de su hijo, ella se encerró en su cuarto sin ganas de vivir. “Ahora que no está mi hijo 16 años me parecen una eternidad, pero mientras estuvo conmigo pasaron muy rápido”, lamenta.
Indicó que a pesar de los días de angustia – muchas noches su hijo gritaba de dolor por la deformación de sus huesos y al momento de su muerte tenía 7 enfermedades – jamás renegó de su condición. “¿Si una persona es feliz a pesar de tantas adversidades, por qué Dios tenía que llevárselo?”, se preguntó.
Su profunda depresión duró tres semanas, porque sus dos hijas se enfermaron, incluso la menor tiene serios problemas renales. “Reaccioné y me di cuenta que ellas también me necesitan”. Además, en agosto retomó la lucha que mantuvo su hijo mientras vivió: Exigir justicia y sanción para el responsable de las 21 muertes, quien actualmente entra y sale del país, amparado en la impunidad.
“En agosto envié una solicitud al presidente Rafael Correa, para que se reabra el caso, como sucedió con el caso Fybeca y ahora con los Restrepo, el subsecretario de la presidencia nos respondió que el pedido fue remitido a la Fiscalía General del Estado”.
En cuanto a la demanda que interpusieron contra el Estado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señala que se encuentra paralizada, por eso tiene esperanza que el actual Gobierno reabra el caso, pues este tipo de crímenes jamás prescribe.
Liduvina Peñafiel atribuye la resistencia de su hijo a su adoración por la vida. “Jamás se atormentaba o reprochaba nada, quizás a Dios le gustó esa actitud y por eso le permitió quedarse 16 años”.
Finalmente comenta que lo único que espera es recibir ayuda para solventar la enfermedad de su hija menor y seguir luchando para encontrar la justicia que su hijo buscó hasta el día de su muerte.
A Carlos Mora le detectaron insuficiencia renal en octubre de 1995, en ese mismo año empezó con la hemodiálisis y en noviembre, cuando apenas tenía 9 años se conoció que padecía del VIH, desde esa fecha tuvo que acudir tres veces a la semana a un centro médico a limpiar su sangre, vivir con un tumor en su rostro, atado a una silla de ruedas.
Pese a su condición inició una batalla legal junto a los 20 infectados, todos los juicios prescribieron y sus compañeros de lucha murieron en el camino, finalmente su cuerpo no resistió y falleció el 10 de julio de 2011, anhelando una justicia que jamás llegó.