Los agentes de seguridad privada de América Latina son los más armados del mundo, con una tasa de posesión de armas por empleado diez veces superior a la de Europa Occidental, según un informe presentado hoy en Ginebra.
El «Informe de Armas Ligeras 2011», publicado por el Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo, refleja la gran expansión de la seguridad privada en las últimas dos décadas, hasta el punto de que el sector emplea en la actualidad al menos a 20 millones de personas, casi el doble que agentes de policía en activo.
El director de la investigación, Robert Muggah, afirmó en conferencia de prensa que «Latinoamérica, y en particular Centroamérica, tienen los niveles de violencia más altos del mundo, con unas tasas que multiplican por seis la tasa media mundial».
Muggah agregó que en la región «existe la tradición de potenciar la seguridad privada para sustituir a la policía en la protección de bancos, barrios e individuos, con un amplio abanico de actividades».
Esto explica el hecho de que la industria de la seguridad privada sea especialmente próspera en América Latina, pero no por qué sus empleados disponen de auténticos arsenales en comparación con sus colegas del resto del mundo, con excepción de los lugares en guerra.
Nicolas Florquin, uno de los investigadores del informe, admitió que «no hay una clara respuesta a esta cuestión tan interesante» y sugirió que «quizá las altas tasas de violencia en la región sean la razón para que haya una alta demanda de compañías de seguridad privada y una alta demanda de compañías privadas bien armadas».
Los datos recabados en este informe indican que Centroamérica es terreno especialmente abonado para las empresas privadas de seguridad, ya que en todos los países el número de agentes privados supera con amplitud al de miembros de las fuerzas públicas.
Guatemala es el ejemplo puntero, ya que cuenta con 120.000 agentes privados frente a 19.900 policías para velar por la seguridad de 12,7 millones de habitantes, según datos del año 2008.
Es decir, por cada 6 agentes privados hay un policía, la mayor desproporción de los 70 países analizados en el informe.
Le sigue Honduras, donde hay 60.000 agentes privados y 12.300 policías (una proporción de 4,88 a 1); Nicaragua, con 19.700 agentes privados y 9.200 policías (2,14 a 1); Panamá, con 30.000 agentes privados y 12.250 policías (1,97 a 1); Costa Rica, con 19.550 agentes privados y 12.100 policías (1,61 a 1); y el Salvador, con 21.140 agentes privados y 16.730 policías (1,26 a 1).
En el resto del continente, destacan los casos de Argentina, donde hay 150.000 agentes de seguridad privados frente a 120.000 policías; Colombia, con 190.000 agentes privados y 119.140 policías; Chile, con 45.000 agentes privados y 35.000 policías; la República Dominicana, con 30.000 agentes privados y 29.350 policías; y Ecuador, con 40.380 agentes privados y 42.600 policías.
México cuenta con sendos «ejércitos» en el sector privado y el público -con 450.000 y 495.000 miembros respectivamente- al igual que Brasil, con 570.000 agentes privados y 687.468 agentes públicos.
Perú se desmarca de la tendencia, con 50.000 agentes privados y 90.000 policías, y Bolivia es un mundo aparte, ya que sólo hay 500 agentes privados en el país frente a 19.360 agentes públicos.
Según el informe, hay que tener también en cuenta «que escapa al alcance de este documento el número de personas que participan en acuerdos informales en materias de seguridad».
En Argentina se estima que puede haber 50.000 agentes privados más de los registrados, en Brasil la cifra oscila entre los 670.000 y el millón y en México entre los 240.000 y los 600.000.