En dos contravenciones leves incurren con frecuencia las cooperativas de transporte público cantonal e interprovincial que funcionan en la Terminal Terrestre de Guayaquil: dejar y recoger pasajeros a la mitad del recorrido, sin cumplir las disposiciones reglamentarias, y vender pasajes sin registrar la identidad de los viajeros, ambas normas contempladas en la Ley Orgánica de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad vigente.
En una investigación que realizó este Diario en varias operadoras seleccionadas al azar, comprobó que las cooperativas de transporte interprovincial Libertad Peninsular, Cica, Rutas Vinceñas, Coactur, Carlos Alberto Aray y Jipijapa venden pasajes en sus boleterías sin registrar el número de cédula y nombres de los usuarios.
La Ley de Transporte establece que el conductor de un vehículo de transporte público interprovincial que no presente la lista de pasajeros comete una contravención leve de primera clase.
En la observación que realizó este medio constató que los pasajeros se acercaron hasta las boleterías, entregaron dinero y compraron el pasaje, pero los vendedores no les pidieron su identificación, lo que no permitió registrar los datos de los usuarios en el pasaje o en alguna lista.
Esta omisión está tipificada como una contravención leve, por la que el conductor es sancionado, perdiendo 1,5 de los 30 puntos que originalmente son asignados a su licencia.
Héctor Salazar, usuario que viaja con frecuencia a Santa Elena y Manabí, expresa que él ha visto como algo común esa práctica: “Hay buses que cogen pasajeros en cualquier parte del camino, viajamos con inseguridad”.
La ley señala que recoger pasajeros en lugares no permitidos es una contravención que debe sancionarse con la reducción de 4,5 puntos de la licencia.
En el reglamento a la Ley, se especifica como excepción que los pasajeros pueden subir o bajar de las unidades interparroquiales, intercantonales e interprovinciales sobre el costado derecho de la calzada donde no existan paradas establecidas en un largo tramo.
Hace tres semanas, los pasajeros de la cooperativa Posorja, que viaja desde Guayaquil a General Villamil, en la vía Perimetral y Casuarina (entrada de la línea 8), vivieron un episodio tenso, por esta contravención. A mitad del camino y sin tomar las precauciones descritas, la unidad recogió a un pasajero que subió al bus mientras este esperaba el cambio de semáforo.
El hombre sacó de su maleta una funda de melcochas e inició sus ventas valiéndose de amenazas. “Apóyame que yo antes robaba”, dijo acercando su rostro a los pasajeros.
Cinco cuadras más adelante, otro hombre también intentó ingresar al colectivo, pero ante la protesta de los usuarios el chofer cerró las puertas, de modo que el primer vendedor quedó encerrado en el carro y pidió que le permitieran bajarse. “No le falté el respecto a nadie”, dijo. El episodio concluyó con quejas de los pasajeros quienes, por amenazas del ambulante, dieron $0,50 por cada melcocha.
Ese susto también lo sintió la usuaria Elena Morocho, quien desde hace 20 años viaja a Salinas casi todos los días, porque allá está su residencia y en Guayaquil su empleo de enfermera. “No me han robado, pero los supuestos vendedores se suben a amedrentar todas las semanas” recuerda.
En la Terminal Terrestre, las unidades que brindan servicio ejecutivo solicitan al usuario una identificación. En las boleterías de las cooperativas Coactur y Rutas Portovejenses hay carteles que informan al usuario sobre la presentación de cédulas; sin embargo ese requisito no siempre se cumple.
Aunque no hay disposición legal que así lo obligue, en los andenes de embarque de cada cooperativa no se revisan los bolsos o carteras de los usuarios. Este diario intentó comunicarse con la administración de la Terminal y autoridades de la CTE para conocer sus versiones sobre los controles de seguridad que se realizan, pero no obtuvo respuesta hasta el cierre de la edición.