A partir de esta semana, 2.000 buses de transporte público, en Quito, están siendo monitoreados como parte del proyecto de movilidad del Municipio de Quito.
Desde la velocidad hasta su ubicación exacta, se controla a través de un dispositivo GPS que es colocado en la cabina de las unidades y cuya información llega hasta el Centro de Gestión y Control de Flotas.
“La única funcionalidad es específica para el Centro de Gestión y nunca va a servir para ninguna otra unidad”, aclaró Washington Losa, jefe de Monitoreo de Transporte.
El chip también sirve para verificar si los buses respetan las paradas o si circulan por la ruta establecida, aunque también revela todos los datos del vehículo.
Cada comportamiento que tenga el bus se registra por colores: el verde significa que circula con normalidad; el rojo, que se detuvo en un lugar que debía; y el negro, que se desvió de su ruta original, detalló la estación televisiva Teleamazonas.
Tanto los choferes como los usuarios apoyan esta iniciativa, que por ahora está en proceso de prueba.
“Aquellas que están acostumbrados a violar las normas entiendan que va a ver un proceso paulatino y sistemático de control y por tanto de identificación de infractores y sanciones”, explicó el jefe de Movilidad del Cabildo capitalino.