El incendio ocurrido en la Isla Trinitaria hace 10 días, tal como los siniestros de Puente Lucía y Cisne Dos, acaecidos el 21 y 24 de abril, respectivamente, se produjo por cortocircuitos del sistema eléctrico de conexiones caseras que fueron realizadas sin soporte técnico.
Según reportes de la Unidad de Respuesta de la Secretaría Nacional de Riesgos (SNR), dicha modalidad de consumo energético es de alto riesgo para las familias. La Eléctrica de Guayaquil estima que en la ciudad 80 mil viviendas obtienen energía de esa forma en zonas suburbanas, lo que ocasiona pérdidas económicas mensuales de $3´200.000.
Las alarmas por cortocircuito, de acuerdo con datos del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil (BCBG), han ido creciendo en los últimos tiempos. Por medio de su línea de emergencia, en 2007, se reportaron 79 llamadas de auxilio por esa causa; en 2008, 137; en 2009, 183; y en 2010, 202.
En lo que va del año, en la central del BCBG hubo 48 alarmas de conatos e incendios provocados por cortocircuitos, lo que representa el 12% del total de las llamadas.
También hay dos casos de personas que han sufrido shocks eléctricos al conectar manualmente los cables de la casa al poste de luz.
Aunque no todo cortocircuito eléctrico deviene en incendio, explica Santiago Peña, director de prevención de incendios, hay dos factores que inciden en el riesgo, tanto en las viviendas de las áreas urbanas como las suburbanas: las conexiones directas al cableado eléctrico de la calle y la existencia en la casa de sistemas eléctricos que tienen más de 20 años.
Las conexiones ilegales se encuentran sobre todo en los sectores urbano marginales, coinciden las instituciones anteriormente citadas. Monte Sinaí representa uno de estos focos. Al ser una zona decretada como de emergencia no puede ser intervenida por la Unidad Eléctrica, explica Diego Sánchez, gerente comercial de la EG.
“Zonas como Chigago (suburbio) y la cooperativa Santiaguito Roldós (Guasmo), presentan aun niveles de resistencia a la legalización, pérdida de planillas e incluso robos y violencia contra los trabajadores de la institución”, precisa Sánchez.
En abril, 2.400 personas pasaron de recibir luz clandestinamente a regularizar el servicio, informa la EG. La acción forma parte del Fondo de Electrificación Rural (Ferum) que se realiza en zonas urbano marginales de la ciudad.
El fondo permite realizar la instalación de postes, transformador, acometidas y medidores, necesarios para dotar de luz por vías legales a estas zonas no planificadas.
La contratación del servicio se realiza en dichos barrios, desde hace dos años y medio, ofreciendo el servicio directamente en cada vivienda. Antes las regulaciones energéticas vigentes no lo permitían.
Las conexiones ilegales se encuentran sobre todo en los sectores urbano marginales, coinciden las instituciones anteriormente citadas. Monte Sinaí representa uno de estos focos. Al ser una zona decretada como de emergencia no puede ser intervenida por la Unidad Eléctrica, explica Diego Sánchez, gerente comercial de la EG.
“Zonas como Chigago (suburbio) y la cooperativa Santiaguito Roldós (Guasmo), presentan aun niveles de resistencia a la legalización, pérdida de planillas e incluso robos y violencia contra los trabajadores de la institución”, precisa Sánchez.
En abril, 2.400 personas pasaron de recibir luz clandestinamente a regularizar el servicio, informa la EG. La acción forma parte del Fondo de Electrificación Rural (Ferum) que se realiza en zonas urbano marginales de la ciudad.
El fondo permite realizar la instalación de postes, transformador, acometidas y medidores, necesarios para dotar de luz por vías legales a estas zonas no planificadas.
La contratación del servicio se realiza en dichos barrios, desde hace dos años y medio, ofreciendo el servicio directamente en cada vivienda. Antes las regulaciones energéticas vigentes no lo permitían.