El proceso electoral que vive el país permite que analistas, autoridades y actores políticos analicen diversos contextos en torno al resultado de las preguntas del referendo y consulta popular; entre ellas: ¿cuál es el objetivo del plebiscito? y de ganar el sí ¿cuáles serían los escenarios?
Para analistas como Jorge León el objetivo es medir el apoyo en cifras y lograr la concentración de poder en el Ejecutivo. El siguiente paso al ganar el proceso electoral sería “volver a consolidar el proyecto central, con la consolidación de un poder central, que cada vez está centrado en el Presidente y en su núcleo”.
En tanto, que Paulina Recalde, representante de Perfiles de Opinión, añade que el Gobierno al ser el proponente de la consulta, por más que goce de altos niveles de credibilidad y confianza, tendrá en la consulta un medidor de votación.
Recalde considera que tras las presiones de personajes políticos como el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y demás actores que comenzaron a presionar al Gobierno en un tema complejo como la seguridad, por lo tanto la lectura que hizo el Gobierno de ese escenario le permitió decidir de manera temprana y oportuna el llamado a una consulta, al punto que tomó la batuta del tema, posesionado a la consulta y el referendo como la agenda nacional.
“Es mecánico e ingenuo creer que el gobierno va a manejar la justicia, si gana en la consulta, porque no es cuestión de pasos sencillos, paseos o contactos”.
De obtener un sí en las urnas, al Gobierno, a corto y mediano plazo se abrirán dos batallas con actores complejos: los medios de comunicación y el sector financiero. Estaría entrando a una nueva batalla, pero con el respaldo de las cifras de aprobación dadas por la ciudadanía, concluyó Recalde.
Para catedráticos como Julio Echeverría el motivo de convocar a las urnas responde al interés del Gobierno de concentrar el poder, al punto que el proceso de consulta debe ser calificado como inconstitucional.
Echeverría añade que “el papel de la Corte Constitucional no era modificar el texto (enviado por el Ejecutivo), sino definir la constitucionalidad o no constitucional de las preguntas de la consulta, lo cual implícitamente a significado reconocer que las preguntas eran inconstitucionales y, luego la Corte comete una inconstitucionalidad al plantear nuevas preguntas”.
Tras el proceso lo que estaría en juego sería la orientación y espíritu de concentración de poder, la consulta radicalizará lo que ya esta en la constitución y “pone en juego la lógica de la democracia plebiscitaria directa, sobre la lógica de la democracia deliberativa, cuando quita responsabilidad a la Asamblea y al Quinto Poder”.
Con la convocatoria lo que se diría es que “el Presidente con el pueblo define la institucionalidad del país, ¿qué es lo que está demostrando? que el diseño constitucional de Montecristi es ineficaz, por lo tanto tenemos que dejarlo aún lado, hay un problema de eficacia”
Para Fánder Falconí, docente y excanciller, el referendo y consulta no busca un pronunciamiento homogéneo, porque no es un plebiscito a favor o en contra del Gobierno, pero sí tiene profundidad en términos de credibilidad de las acciones y proyectos que emprende el Ejecutivo.
Falconí añade que el triunfo en las urnas vendrá acompañado de una decisión inmediata de consolidar los planteamientos de la consulta; por ejemplo: a través de la elaboración de leyes que permitan ejecutar dichos procesos, en el caso de la Banca; una ley antimonopolios, del capital en las empresas.
El analista considera que el Gobierno no se podrá limitar a identificar el problema, deberá trabajar en los mecanismos que permitan solucionar los problemas. El segundo resultado post-consulta sería el fortalecimiento para el Presidente y el movimiento que lo apoya.