por Andrés Reliche
La semana pasada, Ana Chalén (57 años) pensó que al fin se iba a hacer justicia por la muerte de su hijo Arturo Manuel Vera Chalén, de 37 años, quien se desempeñaba como operador portuario en la compañía Contecom, en Guayaquil. Arturo, padre de cuatro niñas, murió en noviembre de 2008 por un caso de presunta mala práctica médica en la clínica San Francisco, mientras le practicaban una cirugía de ligamentos en una de sus rodillas.
Acompañada de miembros de la Policía Nacional, Chalén pretendía hacer efectiva una boleta de detención preliminar girada el 12 de febrero contra Jenny Baquerizo Potes, anestesista sindicada como responsable por la muerte de su hijo. Los gendarmes esperaron a Baquerizo en las afueras del hospital Abel Gilbert donde actualmente labora la acusada, la detuvieron, pero casi inmediatamente se vieron obligados a dejarla en libertad, debido a que ésta contaba con un documento en el que el juez 1º de Garantías Penales del Guayas, ángel Rubio Game, dicta medidas sustitutivas, con fecha 18 de febrero.
Desde la muerte de su hijo, Ana Chalén acude todos los miércoles a los exteriores de la Corte de Justicia de Guayaquil donde junto a otras decenas de personas que se sienten perjudicadas por la mala (o nula) aplicación de la justicia manifiesta públicamente su descontento.
Más que venganza, esta madre quien ahora debe cuidar de sus nietas, lo que busca es que se siente un precedente en este tipo de casos, sancionados con multas de 8 a 31 dólares y de seis meses a dos años de prisión si se comprueba la mala práctica. “Lo que quiero es que quede un precedente de que sí hay justicia en nuestro país para estos casos. Si los médicos eligieron una carrera para salvar vidas tiene que ponerse en ese sentido y no cometer errores. Yo sé que el ser humano puede cometer errores, pero es una vida que está en sus manos, tienen que tener más cuidado”, aclara.
Chalén se siente muy defraudada con el sistema judicial, “en nuestras leyes no hay justicia”.
Ahora le quedan los recuerdos. Arturo se encontraba haciendo una pasantía en Brasil y estaba muy entusiasmado porque esto le abría la posibilidad de escalar posiciones en la empresa y acceder a un cargo de jefe internacional. Un mes después de su muerte hubiera cumplido 38 años.
Fue justamente en Brasil donde se le resintió la rodilla izquierda por lo que decidió operarse en Guayaquil. Ana Chalén guarda esperanzas aún de que el sistema judicial funcione apegado a derecho y se sancione finalmente a los culpables.