Una de las prácticas usuales de los jefes narcos es aportar grandes cantidades de dinero para la reconstrucción de sus pueblos natales. Esta pseudocolaboración les permite lavar dinero y beneficiar a sus comunidades en simultáneo.
Así, se hace muy común ver pueblos muy humildes que tienen colegios nuevos, hospitales en construcción e iglesias ostentosas. Ahora, también la plata que llega a las instituciones religiosas está baja la lupa.
Luis Escobar, investigador del Tecnológico de Monterrey, indicó a La Crónica de Hoy que «cuando se trata de sancionar a la iglesia, al Gobierno (de Felipe Calderón) le tiembla la mano, por tratarse de uno de los poderes fácticos, pues el simple hecho de recibir dinero del narco tendría que ser investigado», aseguró.
Uno de los casos emblemáticos es la iglesia erigida en la comunidad de El Tezontle, Hidalgo, presuntamente construida con recursos aportados por el líder de Los Zetas, Heriberto Lazcano (ver nota relacionada). Consultado sobre la procedencia de este dinero y una posible intervención estatal, el obispo René Rodríguez Gómez señaló para La Jornada que «será la autoridad la que tendrá que dar su dictamen y definir qué se hace con esa incautación de bienes, como procede por ley».
De todas maneras, el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano afirmó que «si lo que pretenden algunos delincuentes es sanear por esta vía los recursos o su conciencia, están equivocados, porque no conseguirán ni lo uno ni lo otro».
Alfonso Navarrete Prida, diputado priísta, arremetió contra la Iglesia Católica mexicana y aseguró que la institución cayó «en pecado mortal» al recibir «dinero ensangrentado». Es más, instó a las entidades a realizar «un acto de buena fe: confesarse y decir toda la verdad sobre estos hechos». E ironizó que «ya es suficiente que guarde los secretos de confesión de los sicarios del crimen organizado».
Escobar aportó otro ejemplo que salpica a la Iglesia Evangelista en México y en la región. Señaló la proliferación de la Iglesia Universal del Reino de Dios (originaria de Brasil), más conocida como Pare de Sufrir. «A sus fieles, incluso, se los despoja de sus vehículos por medio de la manipulación de la Fe. Durante estos nueve años su proliferación ha sido tal, que ya son 111 los templos construidos en todo el territorio mexicano, de los cuales, 45 se encuentran en el Distrito Federal. Hay que revisar sus fondos», advirtió.
El especialista detalló que sí hay un modo para frenar las narcolimosnas: «Está en manos de la Secretaría de Gobernación, la que no actúa conforme a sus facultades, y cuando se tiene el conocimiento de este dinero también tendría que participar la Procuraduría General de la República».