El anuncio realizado el pasado fin de semana por el presidente de la República, Rafael Correa, de la convocatoria a un referéndum en el que los ecuatorianos se pronuncien sobre la posible prohibición de las corridas de toros abrió el debate en el país. Desde entonces muchos ciudadanos han calificado la decisión como positiva para erradicar la violencia y otros han argumentado que no es necesaria ni pertinente y que requiere de un análisis más profundo.
Durante el último enlace radiotelevisivo, Correa mencionó que la decisión de preguntar directamente a los ecuatorianos sobre el tema se enmarca en la política de fomentar un país sin violencia.
Reconoció que “pese a que nos van a caer encima los periódicos con sus intereses económicos, y la burguesía quiteña, me la juego por los jóvenes, me la juego por lo que creemos. Vamos a consultar al pueblo ecuatoriano si está de acuerdo con esos espectáculos. Qué bueno que se discutan estas cosas en el país. Vamos a poner esa pregunta en la consulta y que se discuta abiertamente sobre estas cosas, sobre eliminar toda manifestación de violencia, maltrato de mortificación”.
Felipe Ogaz, de la organización político-cultural Diabluma, dijo a ANDES que el mandatario ha interpretado positivamente la demanda de sectores sociales que ven en las corridas de toros un espectáculo violento y, expuso como argumento, que el 81% de ecuatorianos rechazan este tipo de eventos y apoyarían en un referéndum la prohibición.
“La lectura del presidente ha sido muy buena. Es un aspecto que está ganado y eso nos ayuda a decir que somos una sociedad libre de tortura”, indicó al tiempo de recordar que justamente el actual Gobierno conformó una Comisión de la Verdad que registró casos de torturas en regímenes anteriores.
No obstante, advirtió que estarán vigilantes del resto de preguntas que se incluyan en el referéndum porque no están de acuerdo con que se apruebe la acumulación de penas, cadena perpetúa o pena de muerte, posturas que se identifican con la ultraderecha, “queremos un sistema jurídico que se base en prevenir, no en castigar”.
Mientras, Santiago Aguilar, crítico taurino, señaló que si bien la decisión del presidente Correa es respetable, sin embargo, a su criterio carece de un análisis más amplio, porque el espectáculo de los toros tiene una inmensa base popular en todo el país y no únicamente en Quito como se piensa.
Dijo que en Ecuador, entre corridas formales e informales, se realizan unos 200 eventos anualmente a las que asisten más de medio millón de personas y “viven miles de personas”, aunque no precisó cifras.
Ogaz descartó que la abolición de las corridas de toros pueda afectar significativamente a la economía puesto que, en el caso de Quito que es donde está más arraigada la denominada fiesta brava, únicamente son 8 días en el año en los que se realiza este tipo de espectáculos.
“No se puede comparar, es tramposa esa información”, dijo y señaló que es una cadena muy restringida la que afectaría con la prohibición.