A las 18:48 del domingo, se dirigió Miller Bolaños al camerino, para seguir con los festejos juntos a sus compañeros. Era el último jugador albo que quedaba en la cancha, cuando la noche porteña ya cobijó al Estadio Capwell.
Liga perdió por 1-0 ante Emelec, pero de todas formas se quedó con el título, gracias a su victoria de hace una semana (2-0), con goles de Miller Bolaños. El solitario gol en Guayaquil lo convirtió David Quiroz.
La vuelta olímpica fue en césped ajeno, tras recibir las respectivas medallas doradas. Diego Calderón cargó el trofeo hasta la tribuna San Martín, donde miles de hinchas azucenas alentaron constantemente al flamante campeón ecuatoriano, mientras que el uruguayo Juan Samudio no aguantó la euforia y se trepó a las mallas para gritar junto a sus seguidores la décima estrella local de Liga.
“Será una blanca navidad”, hizo su propia analogía Ulises de la Cruz, un veterano que ya conoce los lauros anteriores con el cuadro quiteño, como ese en el que Liga goleó 7-0 en 1998 al mismo rival, que esta noche no se presentó a recibir sus preseas de vicecampeón, quizá porque los minutos finales fueron estropeados por el juego brusco y los enfrentamientos entre contrarios, pero sin balón. La adrenalina estuvo prendida cerca del pitazo definitivo del juez central Carlos Vera, quien tuvo baja calificación.
Pero lejos del arbitraje estaba la celebración alba, con un Patricio Urrutia que le dedicó el título a su padre, como regalo de cumpleaños. “Este equipo que es muy unido se merece todo lo mejor”, dijo el Pato. Y con un juvenil Marlon Ganchozo, quien ya bebe de la copa de la gloria profesional, con su primer título como tal, gracias al reglamento que exige un sub 19 en cancha.
Cauto, pero feliz, el técnico rosarino Edgardo Bauza, no corrió con sus pupilos, pero la arenga interna en el camerino sí estaría liderada por el exitoso DT, mientras que su colega y compatriota, Jorge Sampaoli, salió enojado de la cancha e incluso retenido por los policías. Al parecer, el árbitro era su objetivo.
Pese a todo, el título se definió en la cancha, con las apelaciones de escritorio solo como un mero recuerdo. Días antes, Emelec impugnó el resultado de ida, debido a que en sus filas jugó ángel Cheme, hasta ese entonces denominado Gonzalo Chila, pues suplantó la identidad de un pastor evangélico para bajarse tres años de edad.
“Los sucesos en el transcurso de la semana quedaron atrás. En la sala de sesiones todos somos ecuatorianos, pero la alegría del fútbol es más importante”, dijo un afónico directivo Patricio Torres, quien dos días antes hizo de abogado defensor para salvar la validez del resultado del partido en Casa Blanca. “Emelec fue un digno rival, entonces Liga es un digno campeón”, añadió.
En los graderíos, antes del inicio del partido, los miles de hinchas que entraron al Capwell (otros cientos se quedaron con boleto en mano afuera) entonaron un “Chemeee, Chemeee”, en señal de apoyo al futbolista acusado.
El vuelo albo rumbo a Quito estaba previsto para las 20:00. La fiesta continuaría en la capital, mientras que las avenidas porteñas vieron la tristeza de los rostros de los hinchas azules, que solo piensan que pudo ser mejor.