El presidente de Ecuador, Rafael Correa, salió a un balcón del hotel de Mar del Plata donde se celebra la XX Cumbre Iberoamericana para agitar ante un grupo de periodistas una camiseta roja donde se leía «ALCA NO».
Con este gesto, Correa se ha convertido en uno de los pocos jefes de Estado que se ha dignado acercarse a los periodistas, recluidos en un centro de prensa con los accesos cerrados a los espacios donde los presidentes y cancilleres se han reunido durante dos días.
Hablando casi a gritos desde el balcón, Correa respondió a algunos preguntas de los periodistas, confirmando que los cables de Wikileaks han formado parte de los debates de estos dos días, aunque no se haya incluido ningún párrafo al respecto en la declaración final.
En 2005, Mar del Plata fue sede de la Cuarta Cumbre de las Américas, en la que el entonces presidente estadounidense, George W. Bush, fracasó en su intento de instaurar el área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) por la dura oposición del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y de Venezuela.
Correa afirmó que la XX Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata, que concluye hoy en esta localidad argentina, marca «un antes y un después» para la historia de la región porque adopta una cláusula democrática contra las intentonas golpistas.
«Estamos concretando acciones para que nunca más en nuestra América aquellos que no nos pueden vencer en las urnas traten de conspirar contra gobiernos legítimamente electos», indicó en la sesión plenaria de la cumbre, inaugurada el viernes en este balneario ubicado a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
El mandatario ecuatoriano centró su intervención en explicar su versión del conflicto vivido en su país el 30 de septiembre pasado, cuando estuvo retenido varias horas en un hospital de Quito por la policía ecuatoriana, después de acercarse a negociar con los participantes en una marcha de protesta de los uniformados contra su gobierno.
Por otra parte instó a sus homólogos iberoamericanos a crear un mecanismo de coordinación regional para ayudar a los países cuando se ven afectados por catástrofes naturales, como las que padecen actualmente Venezuela y Colombia, y las que sufrió antes Guatemala.