El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) instó hoy a los países de América Latina a «ayudar a Ecuador», país que se calcula que alberga a unos 135.000 colombianos que han huido del conflicto interno en su país.
«Ecuador es un país pequeño en territorio, pero un gigante de la solidaridad», declaró el ministro de Justicia brasileño, Luiz Paulo Barreto, al inaugurar un seminario sobre refugiados organizado en Brasilia por ACNUR, con motivo del 60 aniversario de la fundación de esta agencia humanitaria de la ONU.
El director de la División de Protección Internacional de ACNUR, Volker Turk, indicó que Ecuador ha acogido como refugiados a cerca de 53.000 colombianos, pero apuntó que además alberga a un número no precisado de desplazados, calculado por distintas fuentes en unos 82.000, que también requieren atención.
En ese sentido, instó a los países de América Latina a reafirmar su apoyo al plan de acción suscrito por 18 naciones en México, en 2004, mediante el cual la región asumía un mayor compromiso con la acogida de refugiados.
Según los datos de ACNUR, hay un total de 3.758.127 colombianos desplazados entre internos y externos, de los cuales 104.338 han obtenido el estatus formal de refugiados en otros países, en su gran mayoría en Ecuador.
La agencia de la ONU calcula además que otros 400.000 colombianos están repartidos, en distintas situaciones legales, entre Panamá, Perú y Venezuela, países que por su cercanía con Colombia reciben el mayor número de desplazados.
En el caso de Brasil, Barreto precisó que actualmente residen en el país 592 refugiados colombianos, de los cuales 255 se han acogido a programas de asentamiento que les otorgan derechos de residencia y suponen, según ACNUR, una «solución duradera, segura y viable».
Según el ministro brasileño, los países de Suramérica en general deben hacer un mayor esfuerzo para colaborar con Ecuador y asentar a un mayor número de refugiados colombianos, pues por su cercanía con Colombia son el destino ideal para aquellas personas que huyen de situaciones conflictivas, pero siempre «con la esperanza» de volver.
«Nadie se convierte en refugiado porque quiere», apuntó Barreto.