Entre majestuosos fuegos artificiales, un coloso de Rodas al estilo mexicano y un ejército de bailarines aéreos, México celebró anoche el Bicentenario de su Independencia en estado de máxima alerta ante posibles atentados del narcotráfico.
Exactamente a las 23h00, el presidente Felipe Calderón salió al balcón del capitalino Palacio Nacional con la bandera tricolor en sus manos y lanzó vivas a los Héroes de la Independencia, ante un abarrotado Zócalo (la mayor plaza del país).
Decenas de miles de personas seguían allí la llamada ceremonia del Grito de Dolores, mientras centenares de miles congregados en el Paseo de la Reforma contemplaban el ritual por pantallas gigantes, todos con el orgullo de ser mexicano brincando en cada célula.
Los fuegos artificiales de la noche, extendidos al dorado monumento del ángel, corrieron a cargo de los responsables de los de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y Sidney 2000, acabada la ceremonia.
La jornada vivió por la tarde -la lluvia apenas se paseó- un desfile con motivos históricos -incluida la serpiente emplumada Quetzalcoatl de los mitos prehispánicos- y con los rasgos que identifican a México, como el mariachi.
La carestía de los festejos y su idoneidad, en medio de una fuerte crisis de seguridad y con millones de familias atenazadas por la pobreza durante décadas, han marcado en los últimos meses un arduo debate en todo el país.
La capital, centro neurálgico de los festejos, quedó blindada con 40.000 policías, además de la presencia de fuerzas federales de seguridad.
Al menos ocho personas armadas fueron detenidas en el país por la presunción de que podían cometer un atentado durante los festejos.