El Arzobispo de Piura y Tumbes, Mons. José Antonio Eguren, celebró con miles de peruanos y ecuatorianos el centenario de la llegada a la región de la imagen del Señor de la Buena Esperanza, un antigua devoción ecuatoriana que encontró gran eco en la frontera con Perú.
Los sacerdotes agustinos difundieron la devoción al Señor de la Buena Esperanza en Ecuador desde el siglo 17 y en 1910 cruzó la frontera gracias a un grupo de devotos.
La celebración central tuvo lugar en el atrio de la iglesia San Nicolás de Tolentino con una Misa presidida por Mons. Eguren y concelebrada por los párrocos y sacerdotes de Tumbes.
El Arzobispo destacó que «el Señor de la Buena Esperanza une a los pueblos, nos acerca como hermanos. A él le dirigimos nuestra oración cuando había momentos de tensión en la frontera, cuando había vientos de guerra en el año 1995. El Señor supo traernos a peruanos y ecuatorianos el don de la Paz, por eso además de venerarlo como el Señor de la Buena Esperanza lo veneramos también como el Rey de la Paz».
«El Señor de la Buena Esperanza nos inspira tanta confianza por una razón: él sabe lo que es sufrir, sabe lo que significa el dolor, sabe lo que significa padecer. Esto es lo que nos anima a acercarnos a Jesús, saber que él ha pasado por lo mismo que nosotros podemos estar viviendo», agregó.
Mons. Eguren invitó a los tumbesinos a participar en el Congreso Eucarístico y Mariano que se realizará en el Estadio Miguel Grau de Piura del 12 al 15 de agosto próximo y pidió «que sean días para redescubrirnos como Iglesia, que sean días hermosos para que podamos también descubrir en Cristo el centro y la raíz de nuestra vida».