No tiene sede y su rostro público -un australiano delgado de cabello plateado con un doctorado en física- lleva su computadora de escritorio en una mochila en la espalda al trasladarse de un lugar a otro.
WikiLeaks es una organización que opera con los mínimos elementos posibles y cuya misión es revelar los secretos de los famosos y los poderosos, desde Sarah Palin a la Iglesia de la Cienciología, pasando por el ejército estadounidense y su misión en Afganistán.
Su fundador, Julian Assange, dijo que el mayor golpe de su grupo hasta ahora -la publicación de decenas de miles de reportes militares confidenciales sobre Afganistán- seguramente desatará una nueva ola de fugas de información.
«Hemos experimentado que la valentía es contagiosa», afirmó Assange el lunes, diciéndole a periodistas en el Frontline Club de Londres que su mayor temor es que no podremos hacer justicia al material que nos está llegando.
Según Assange, la cantidad de información filtrada que les están enviando a su sitio de internet es enorme, con una reserva de documentos sin revisar tan grande que la página ha estado más o menos inactiva desde diciembre.
El ex hacker (ciberpirata) de 39 años se negó a revelar qué es lo que hay en esos documentos pendientes, aunque sí dijo a qué tipo de países implican.
Assange prometió seguir publicando tan pronto pueda reorganizar su sitio para manejar el volumen de información que le llega.