Desde hace más de 50 años algunos locales ofrecen una variedad de platos típicos costeños y de dulces que se mantienen exitosos hasta hoy.
Para llegar a los “huequitos” de comida tradicional de Guayaquil, no hacen falta mapas ni un GPS. Basta caminar por las aceras y preguntarle a algún transeúnte por la dirección deseada para llegar al nido de la historia culinaria de la urbe.
Locales como Llulán, La Guatita, El Grillo, La Chicha Resbaladera, Olguita y La Palma, entre otros, han permanecido en pie por más de medio siglo y aún mantienen cautivos a los guayaquileños, jóvenes y viejos.
La Guatita, por ejemplo, con más de medio siglo de creada, ubicada en Luque y Pedro Moncayo, ofrece -según sus comensales- una sazón diferente y única.
Su plato se distingue del tradicional por otros ingredientes que desde hace 50 años fueron heredados de su fundador Juan Nicola. Apanadura, pan desaguado, papa molida, mondongo, y otros, “son los que le dan ese toque especial”.
“La prensa y los estudiantes que han querido hacer su tesis sobre la historia de la guata, “me han hecho publicidad gratis”, comentó entre risas Adelita Mena, su actual propietario, quien intenta mantener el precio de $ 2,60 el plato.
A tres cuadras de allí se encuentra Llulán. Desde la década del 40 este sitio es parte de la vida del “guayaco”. Todo comenzó con un charol y su tijereta, elementos que utilizó por primera vez Humberto Yulán Velázquez, su fundador. Este vestía de blanco para salir a comercializar el plato en la calle.
Otro capítulo de esta historia se escribió, hace 110 años, en pleno centro de Guayaquil. “La Palma”, ubicada en Escobedo 1308, entre Vélez y Luque, fue fundada por Martín Costa Carbonel en 1900, un español que inició la sociedad familiar que hoy se mantiene. ¿Su especialidad? Bocaditos.
El lugar ha sido testigo mudo de epidemias, incendios, sucesiones presidenciales, crisis económicas y otros sucesos que han marcado a la urbe en el último siglo.
Otro sitio muy reconocido y que inició con una historia muy peculiar es “Olguita”.
“Recuerdo que llegabas y de inmediato te coqueteaba un homosexual. El lugar era peligroso pero la comida nos obligaba a regresar”, recordó Roberto Calderón, quien después de cada “peloteo” o reunión con sus amigos terminaba en ese comedor.
Rolando Campuzano, su administrador, dice que la razón de su éxito y permanencia en la ciudad es la comodidad de sus precios: el pescado frito a 2,50 dólares y el camarón apanado a 4,50. El aumento de locales (3 actualmente), ha permitido que Olguita llegue a cada rincón de la ciudad y se mantenga.
La chicha resbaladera El Garito, es otro producto que José Pereira recuerda de su niñez: “vengo desde hace muchos años aquí, me gustan los bizcochuelos y sin duda la chicha que mis padres me daban cuando era pequeño”.
El local, ubicado en 6 de Marzo y Maldonado, fue creado hace 42 años y sigue siendo muy frecuentado