La incertidumbre es lo único cierto. El misterio y la amenaza que hace sentir Corea del Norte en muchos países es grande. Su última prueba nuclear de una bomba de 100 kilotones ha causado alarma, pero no ha bastado para que el Consejo de Seguridad de la ONU muestre indicios de que tiene una solución para la escalada armamentista, a la cual distintos países se sienten en derecho de incrementar ante posibles amenazas. Procurando parecer un bloque sólido, EE.UU., Francia y el Reino Unido exigieron recrudecer las sanciones e incluso en el caso de Washington se aireó la disposición de castigar a todo país que comercie con Pyongyang.
«No buscamos la confrontación militar pero nuestra paciencia no es ilimitada. Corea del Norte está clamando por una guerra con su uso abusivo de los misiles”, señaló la embajadora estadounidense, Nikki Haley. Por su parte, China y Rusia aconsejan seguir dialogando. La negativa del régimen norcoreano a rebajar la tensión, pero también el fracaso de la estrategia americana para contener al temerario Líder Supremo, Kim Jong-un, están cerrando las puertas a una solución dialogada del conflicto.
Estados Unidos cree prioritaria la intervención de China y Corea del Sur. Dos vecinos de Pyongyang, con estrategias distantes, pero a los que no interesa la desestabilización de la zona y a los que Donald Trump quiere dejar claro que, si no actúan con decisión, tendrán más que perder que ganar.
La embajadora de EE UU, la enérgica Nikki Haley, recordó que el régimen norcoreano lleva 24 años retando a la ONU y al Consejo de Seguridad e indicó que, pese a los esfuerzos de la comunidad internacional, su programa nuclear es ahora más “grande” y “peligroso” que nunca. “Basta ya. Tenemos que adoptar las medidas más duras posibles. No hay otro camino», dijo.
“Llegó el momento de agotar todas las vías diplomáticas y tomar nuevas medidas en este Consejo de Seguridad. Pero esta crisis va mucho más allá de la ONU. EE UU va a mirar a todo país que haga negocios con Corea del Norte como un país que da ayuda a sus temerarias y peligrosas intenciones nucleares”, afirmó.
Establecido este frente sancionador, estaba por ver la reacción de Pekín, que aporta el 90% del suministro de alimentos y energía a Corea del Norte. Hace un mes votó a favor de nuevas sanciones, y la prueba nuclear del domingo había desairado a su diplomacia y al propio presidente. Pero esta vez evitó cualquier estridencia y mantuvo su línea clásica. Así, el embajador Liu Jieyi afirmó que su país “no va a permitir nunca que el caos y la guerra” se impongan en la península coreana.
Fuente: El País