La soledad y el silencio han sido los protagonistas en las zonas del centro de Guayaquil. Los ciudadanos comentan que, si antes de la pandemia el lugar perdía vida desde tempranas horas, pues ahora con la crisis sanitaria, la melancolía del lugar se agudiza.
Y es que mientras en otros lugares residenciales de Ecuador, como, por ejemplo, Quito, en donde los balcones y terrazas de los edificios se han transformado en pequeñas áreas en las cuales los vecinos pueden salir a despejarse un poco de las medidas de cuarentena, ver el exterior, respirar aire fresco y ¿por qué no? conversar entre ellos, sin embargo, el centro de Guayaquil no puede darse ese lujo ya que algunos edificios se han convertido en bodegas, o porque en otros casos sus habitantes son pocos y en su mayoría adultos de tercera edad.
La arquitecta y urbanista Rosa Edith Rada, comenta que desde hace mucho tiempo no se le ha dado la importancia al centro que éste necesita, por ende, se ha dejado de lado el incentivar a los ciudadanos a volver hacer vida en ese lugar y a su vez esto ocasiona que los mismos moradores aprovechen los espacios con el fin de usarlos como bodegas. La arquitecta lamenta que estos espacios en el centro no fueran revitalizados porque al municipio no le importó y no pudo ser recuperado como los centros de las otras ciudades del país.
La urbanista declaró en una entrevista lo siguiente: “Otra razón que obliga a la nula interacción entre moradores es la configuración espacial en la que se encuentra la mayoría de los edificios. Es decir, la ubicación que se da alrededor de un patio o plaza, y en la que no se encuentra una manzana en forma de “U”. Con esto facilitaría tener una posibilidad de interacción y alimentar el espíritu de la solidaridad. Si salgo a mi balcón veo al de al frente, lo escucho, hablamos, pero aquí la cosa es que de un lado está la acera norte, y al otro la acera sur, donde en uno puede ser que viva gente y en el otro un edificio cerrado. ¿Qué manifestación hay allí?”.
Es por esta razón que Rosa Rada espera que en construcciones futuras se pueda tomar en cuenta tanto para los espacios públicos como privados, la cabida a la interacción comunitaria.
El decano de la facultad de arquitectura de la Universidad Católica de Guayaquil, Florencio Compte, afirma que ha existido un grupo de personas que abandonaron el centro, esto desde inicios de los años 50 hasta la actualidad. Comenta que para que haya un cambio, se debería realizar un proceso de recuperación de las edificaciones que se encuentran abandonadas, pero advierte que mientras el centro esté dedicado a otro tipo de actividades y no a la vivienda, difícilmente se recuperará.
“No queremos que el centro de Guayaquil muera”, es el principal comentario que formula Holbach Muñeton, presidente de la Cámara de Turismo del Guayas y miembro del Comité Pro Centro. Declara que, tras diferentes reuniones con los habitantes del lugar, todos concuerdan en que hay que aprovechar el río Guayas y la arquitectura de esta parte de la ciudad, pero se necesita la ayuda del Municipio, afirma el presidente. (Fuente: Expreso)