El presidente sudafricano, Jacob Zuma, anunció que Nelson Mandela, héroe de la lucha contra el apartheid, murió hoy a los 95 años de edad, en su domicilio de Johannesburgo.
Nelson Mandela «se apagó», declaró Zuma y anunció funerales de Estado. Dijo que las banderas serán izadas a media asta a partir del viernes y hasta los funerales.
«Murió en compañía de su familia. Está ahora descansando. Nuestra nación ha perdido a su mejor hijo, el pueblo ha perdido a su padre», apuntó.
«Todos sabíamos que este día iba a llegar, pero nada puede disminuir el sentido de una pérdida profunda», sostuvo Zuma.
«Madiba»–como se le conocía en Sudáfrica- recibía tratamiento en su domicilio de Johannesburgo, convertido en una unidad de cuidados intensivos desde que fuera trasladado del hospital de Pretoria donde estaba hospitalizado, el pasado 1 de septiembre.
Mandela fue ingresado en estado grave el 8 de junio por una recaída de una infección pulmonar, y su estado pasó a ser crítico el 23 de junio. Pese a las mejoras comunicadas por la familia y la Presidencia desde entonces, el pronóstico del mandatario no había mejorado.
El pasado martes, 3 de diciembre, su hija Makaziwe Mandela dijo que el expresidente permanecía «muy fuerte» y «valiente» incluso en su «lecho de muerte».
«Tata («papá», en zulú) todavía está con nosotros. Muy fuerte, muy valiente incluso, a falta de una palabra mejor, en su lecho de muerte. Creo que todavía nos está enseñando lecciones. Lecciones de paciencia, de amor, de tolerancia», apuntó en una entrevista concedida a la cadena de televisión pública SABC.
El padre de la «Nación Arco Iris» surafricana
Nelson Mandela, el primer presidente negro de Suráfrica, fue el preso político más célebre del mundo antes de pilotar la transición del régimen del apartheid hacia una democracia multirracial.
Elegido triunfalmente a la cabeza del Estado (1994-99) al término de las primeras elecciones post-apartheid, este héroe de la lucha contra el régimen racista pasó 27 años en la cárcel, 18 de ellos en el presidio de Robben Island (a la altura de El Cabo), tras una condena en 1964 a cadena perpetua por sabotaje y complot contra el Estado.
Liberado en 1990, Premio Nobel de la Paz en 1993 con su interlocutor en la transición, el último presidente del apartheid, Frederik de Klerk, dedicó su presidencia a intentar reconciliar una sociedad dividida por tres siglos de dominación de la minoría blanca.
«Estamos forjando una alianza que nos permitirá construir una sociedad en la que todos los surafricanos, negros y blancos, puedan caminar con la cabeza alta (…) una Nación arco iris en paz con ella misma y con el mundo», declaraba en su investidura presidencial el 10 de mayo de 1994.
Retirado de la escena política en 1999, se convirtió en «un icono mundial de la reconciliación», en palabras del arzobisno anglicano Desmond Tutu, otro Nobel de la Paz y conciencia moral de Suráfrica.
Mediador en el proceso de paz en Burundi, en el caso Lockerbie o -sin éxito- en Cercano Oriente, dedicó su jubilación activa a la lucha contra el sida y a la infancia desfavorecida, cuando él no pudo ver crecer a sus cinco hijos, nacidos de matrimonios con Evelyn Wase (1944) y Winnie Madikizela (1958).
A los 80 años, se casó con Graça Machel, viuda del presidente mozambiqueño y 27 años menor que él.
Nelson Rolihlalha («el que dió problemas» en xhosa) Mandela nació el 18 de julio de 1918 en el clan Thembu, familia real de la etnia xhosa, en el pueblo de Mvezo (Transkei o provincia de Eastern Cape, sureste).
Creció en el pueblo de Qunu, donde están enterrados su madre y su hijo mayor, Makgatho, muerto de sida en 2005 a la edad de 54 años.
Educado en un colegio metodista, admitido luego en la universidad, se fugó a Johannesburgo con 22 años para escapar de una boda apañada.
El joven abogado se implicó entonces en la lucha al lado de Oliver Tambo (fallecido en 1993) y Walter Sisulu (muerto en 2003). Es la generación que tomó las riendas del Congreso Nacional Africano (ANC) que accedió al poder en 1994.