Si los waoranis que participaron en la masacre de taromenanes son procesados por la justicia ordinaria por el delito de acción pública como es el genocidio y etnocidio, les esperaría una sentencia de 16 a 25 años de reclusión mayor especial.
En cambio, si son procesados según la ley indígena, en caso de ser hallados culpables se les estipularía un castigo o reprimenda, pero no se sabe en qué consistiría.
Este hecho, que ocurrió en abril pasado en un área protegida del Parque Nacional Yasuní, en la provincia de Orellana (Amazonía), ha dejado hasta el momento seis waoranis detenidos, aunque los implicados en total suman 15.
La presunta muerte de alrededor de 20 a 30 personas de la etnia en aislamiento voluntario de los taromenanes, cobró vigencia luego de que la semana pasada el Estado recuperara a una niña que sobrevivió a aquella masacre y que estaba retenida por los waoranis, comunidad que en cambio sí mantiene contacto con los mestizos desde los años cincuenta, por lo que sus deberes y derechos se encuentran bajo el Estado de Derecho o leyes que rigen al resto de ecuatorianos en todo el territorio.
El ataque no se dio dentro de las costumbres o cultura waorani para actos de venganza (con lanza), sino que se hizo con armas de fuego: escopetas calibre 16, carabina calibre 22, pistolas calibre 38.
Luego de ello los atacantes hicieron uso de sus lanzas, como lo señalan versiones de los mismos implicados
En este sentido, en entrevista con EL TELéGRAFO en abril pasado, la experta en etnias amazónicas Kati álvarez resaltó: “Culturalmente, la muerte de los abuelos Ompure y Buganey (atacados por taromenanes en marzo pasado) tuvo que ser honrada como waorani: elaborar la lanza, cantarle e incursionar con ella, y no con armas de fuego”.
Entonces destacó que en ciertos casos, “cuando les conviene”, los waoranis se apegan al derecho consuetudinario (costumbre), pero cuando cometen “asesinatos”, como los efectuados contra pueblos en aislamiento, dicen no conocer las leyes de los mestizos, de los occidentales.
Manifestó que al haber incursionado tanta gente con armas de fuego, “deshonraron a la cultura y a la lanza, que es su símbolo guerrero, y a lo que significa venganza dentro de las culturas cazadoras-recolectoras. Fue triste conocer eso”.
Por su parte, el misionero español capuchino Miguel ángel Cabodevilla, quien ha dedicado 29 años a la protección de pueblos vulnerables dentro y fuera del Yasuní y durante 13 años ha convivido con indígenas en la selva de Sucumbíos y Orellana, en entrevista con El Comercio dijo hace poco: “Si no conocemos siquiera a los waorani y a los que valen y a los que no, a los que tienen capacidad y a los que no… Si los waorani pueden hacer de la ley lo que a ellos les convenga, estamos creando una mala ciudadanía”.
Indicó que en 2003 prometieron que sería la última vez que atacaban taromenanes, pero en abril los waoranis hicieron lo mismo. “Han dicho ‘los de fuera no deben meterse’. Han pasado 10 años y la dirigencia no demuestra que controla a sus grupos ni que tiene dominio sobre las actividades ni capacidad de reparar ninguna de las barbaridades”, puntualizó. Por ello, consideró, debería haber algún signo de que la ley en Ecuador existe (sanción).