Italia despertó hoy con la noticia de una nueva tragedia ocurrida en aguas de la isla de Lampedusa, con el naufragio de una embarcación en la que viajaban cerca de 500 personas y que, por el momento, ha dejado más de 130 víctimas mortales y 200 desaparecidos.
Durante toda la jornada, los servicios de socorro rescataron de las aguas del Mediterráneo cuerpos sin vida, que fueron trasladados a los muelles de la isla, mientras que los buzos de la Guardia Costera localizaron entre los restos de la embarcación, que se encuentran a media milla de Lampedusa, decenas de cadáveres.
Según el testimonio de algunos de los 151 supervivientes de la tragedia, que aseguraron ser de nacionalidad eritrea y somalí, la embarcación, que inició su travesía en las costas de Libia, se incendió y acabó volcando, con lo que los indocumentados cayeron al mar, quedando atrapados algunos de ellos bajo la estructura de la barcaza.
Algunas reconstrucciones indican que el fuego pudo ser originado por un cortocircuito, mientras que otras señalan que fueron los propios inmigrantes los que decidieran encender un fuego para ser localizados, puesto que no pudieron contactar con los servicios de rescate a través de un teléfono.
Con esta nueva tragedia, por la que Italia ha decretado día de luto nacional para mañana, Lampedusa, considerada como una de las puertas de acceso a Europa por los inmigrantes dada su cercanía a las costas africanas, ha vuelto a ser testigo de una travesía frustrada para aquellos que buscan en el viejo continente un futuro mejor huyendo de los conflictos y de la hambrunas en sus países.
Los medios de comunicación italianos se hicieron eco de las dramáticas escenas que se vivieron en la isla, donde los cadáveres de los indocumentados se agolpaban en sus muelles, mientras se intentaba dar cobijo a los supervivientes y los equipos de rescate mantenían una actividad frenética para intentar localizar a los desaparecidos.
«No sabemos dónde meter ni a los vivos, ni a los muertos», lamentaba la alcaldesa de Lampedusa, Giusy Nicolini, consciente de que la situación también es dramática en el centro de acogida de la isla, en el que actualmente se alojan 1.350 personas a pesar de que tiene una capacidad para cerca de 300.
La alcaldesa hizo patente además la extenuación que se vive en la isla: «¡Basta! ¿A qué estamos esperando? Lo que está pasando en Lampedusa es un horror continuo».
La tragedia, en la que murieron dos mujeres embarazadas y tres niños, es la tercera que se registra en pocas semanas y ha vuelto a poner en primer plano los problemas de la inmigración ilegal.
En esta línea se anunciaron asimismo denuncias por omisión de socorro, ante los testimonios que indican que tres pesqueros no prestaron ayuda a la embarcación cuando se encontraba en mar abierto.
En Italia el suceso ha despertado una fuerte conmoción, y en un momento de plena ebullición política, después de que el primer ministro, Enrico Letta, superara dos mociones de confianza en el Parlamento poniendo fin a una crisis de Gobierno abierta el pasado sábado, la actividad de los dirigentes del país ha quedado en un segundo plano.
Instituciones y políticos se mostraron consternados por lo sucedido y expresaron de forma unánime sus condolencias, a la vez que pidieron que se ponga freno al continuo drama humano que se vive en las costas del sur de Italia.
El viceprimer ministro y titular de Interior, Angelino Alfano, manifestó además que espera que la Unión Europea se dé cuenta de que acontecimientos como éste no son un «un drama solo italiano, sino europeo».
Lo sucedido también ha tenido una fuerte repercusión más allá de las fronteras italianas con la reacción de representantes europeos y de organismos internacionales, como la del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien aseguró que un drama semejante debe «obligar a que se lleven a cabo acciones» concretas.
Asimismo, el papa Francisco, quien ha dejado claro en varias ocasiones su preocupación por el fenómeno de la inmigración ilegal y que eligió la isla de Lampedusa como destino de su primer viaje como pontífice, expresó su pesar por los hechos, que calificó de «vergüenza».
«Sólo se me ocurre la palabra vergüenza, es una vergüenza», aseveró Francisco en una parte improvisada de su alocución ante los participantes en una convención por el aniversario de la encíclica «Pacem in Terris».
Esta no es la primera vez que Lampedusa se ve desbordada por el fenómeno de la inmigración ilegal, registrando algunos de sus episodios más difíciles en 2011, a consecuencia de la ola migratoria procedente del norte de África y surgida a raíz de las revueltas populares que se vivieron en países como Túnez y Libia.
En el único cementerio de Lampedusa, en Cala Pisana, ya hay decenas de tumbas de inmigrantes, sin nombre, ni nacionalidad, y el ayuntamiento sólo les ha colocado una simple foto del mar en el que perdieron la vida y en la que está escrita su supuesta edad, si eran hombres, mujeres o niños, su origen africano y la fecha en la que su cuerpo fue encontrado.