Un tribunal indio ordenó ayer el ingreso en prisión de un destacado líder espiritual hindú del gigante asiático, bajo la acusación de haber agredido sexualmente a una adolescente, informó una fuente oficial.
Asaram Bapu, de 72 años de edad, fue arrestado el pasado domingo por las fuerzas del orden y ayer un magistrado del distrito de la ciudad occidental de Jodhpur dictó dos semanas de custodia judicial, explicó un funcionario de prisiones.
De acuerdo a los medios locales, se registraron varios enfrentamientos entre los seguidores del gurú y la Policía en las inmediaciones de la cárcel de Jodhpur en la que ha sido recluido.
La adolescente, de 16 años, quien denunció el hecho el pasado 20 de agosto, indicó que la presunta violación sucedió el 15 de agosto en un «ashram» (centro de meditación), propiedad de Bapu, en las afueras de la mencionada ciudad, pero tanto él como sus fieles han negado hasta la fecha que tal incidente ocurriera.
La sociedad india vive en un estado de gran psicosis ante la continua aparición en la prensa local durante los últimos meses de aberrantes casos de violaciones contra mujeres locales y extranjeras.
El detonante de esta psicosis fue la brutal violación en grupo de una estudiante de fisioterapia, de 23 años, en un autobús de Nueva Delhi en diciembre de 2012.
La joven falleció trece días después de la agresión y el crimen generó un debate sin precedentes en el país sobre la situación de discriminación que vive la mujer, que llevó a las autoridades a endurecer las penas contra los violadores.
El gurú Bapu realizó precisamente, poco después de aquellos hechos, unas declaraciones que suscitaron polémica al considerar que, aunque menor que los agresores, la víctima también tuvo la culpa, ya que en vez de resistirse «debió rezar a Dios y pedido a los atacantes que la dejaran en paz».
Un tribunal de justicia juvenil de Nueva Delhi condenó, el pasado 31 de agosto, a tres años de reclusión en un correccional al menor implicado en el caso de la violación mortal en el autobús. Otros cuatro acusados son juzgados por un tribunal regular y se enfrentan a una posible pena de muerte, mientras que otro acusado más, el presunto cabecilla del grupo, se suicidó en la cárcel, según versiones oficiales.