La obra ganadora del Salón de Julio 2013 es una pieza de arte conceptual con la que Wilson Paccha critica el arte conceptual. «Quería molestar», dice el artista, que cree que el arte conceptual «se ha vulgarizado». Pero entendamos bien esto: Con 'vulgarizar', Paccha se refiere a que se ha vuelto demasiado común.
Es que, a pesar del espectro de significaciones que atraviesan la obra, el artista declara que su intención era tan solo esa. Molestar, hurgar, entre otros, «al mismo convencionalismo del Salón de Julio».
La obra, que es un tondo (una pieza circular) de madera con la inscripción de la fórmula de la zona áurea (o número de oro), una medida de proporción que se encuentra en varios objetos de la naturaleza, y que ha servido a lo largo de la historia en las artes como una herramienta para mantener el equilibrio visual en los elementos de una composición.
Llamada Técnicas de seducción para sacudir a 7'351.624 artistas conceptuales, tiene otros elementos que enuncian, cuestionadores, un par de ideas sobre prácticas «facilistas» que el artista cree que han ido volviéndose frecuentes en el arte conceptual.
Un pequeño paisaje que muestra un prado con un cielo azul, y una chica en topless, en actitud de posar para Playboy, encierran, dice Paccha, la idea de que «seguimos creciendo con la idea de que el paisaje y el desnudo son nuestros referentes».
Las bolas de billar (que van del 1 al 7), resumen el espectro cromático. La mirilla está incluida como una forma de evidenciar la idea de que el espectador está siendo observado, o «te estoy viendo», como dice Paccha.
Un desagüe de fregadero es talvez una forma de opinar sobre lo que cuestiona, o talvez un clic con La Atlántida, obra con la que participó Paccha en el Salón de Julio 2012.
Dice el artista que la obra es «solo eso: técnicas de seducción», con una puesta en escena de elementos que dialogan (aunque desperdigados), hasta llegar a una especie de representación de lo kitsch. «La combinación de elementos tan heterogéneos provoca lo que Barthes llamaría 'una lectura deceptiva', ilegible en última instancia, y en esa opacidad está su seducción», dice sobre la obra Cristóbal Zapata, crítico de arte cuencano.
Técnicas de seducción para sacudir a 7'351.624 artistas conceptuales es un giro en la obra de Paccha. Acostumbrado a trabajar en un arte erótico y en imágenes grotescas, con esta obra «no quería ser ni interesante ni trascendente», explica Paccha, de quien Zapata dice: «quizá sea nuestro único artista auténticamente popular, en tanto se alimenta de su propio entorno suburbano y de los estilos callejeros».
En una entrevista en video que Paccha concedió al crítico de arte Rodolfo Kronfle en su web riorevuelto.net, había mencionado ya que tras haber ganado esta edición del Salón de Julio, a diferencia de las veces anteriores se sentía ya no un artesano «sino un intelectual de los sentidos».
«Dentro de la obra muy sólida que Paccha ha desarrollado, es un trabajo menor», ha dicho Kronfle sobre el trabajo ganador del Salón de Julio 2013, y esa idea es un punto de partida para una crítica al nivel del Salón de este año, al que Paccha considera de «muy patético, al llevar a alguien a ganar un premio de esa forma», con una obra hecha «para molestar».
Sin embargo, Zapata no cree que sea una obra menor. «Quisiera pensar que se trata un break point en su carrera».
Según el crítico cuencano, aunque en un sentido visual la obra remite a ciertos trabajos neodadaístas, «creo que la astucia de Paccha estriba en su intento por desmitificar las prácticas neoconceptuales con una pieza pseudoconceptual, en burlar la impostura y la falsedad de muchas expresiones que adscriben a la vertiente conceptual mimetizando sus procedimientos retóricos, parodiando sus recursos y su metodología».
Zapata habla de los excesos del conceptualismo que se producen en «la hiperteorización del arte» y «su rapto por parte de la academia». Y considera que el resultado «es una especie de patraña pero también una paradoja», pues Paccha «históricamente ha echado a rodar 'un pequeño bolo de lodo suburbano' para irritar a las buenas conciencias (según el precepto palaciano), y ahora hace correr un disco críptico para desorientarlas».
Pero Zapata apunta también que «mi duda y reparo es que se trate de una obra 'programada', quiero decir, concebida exclusivamente para terciar y ganar el salón. Espero equivocarme».