El papa Francisco emprende el lunes próximo un viaje de siete días a Brasil, durante el cual presidirá numerosos eventos públicos pese a la convocatoria de manifestaciones de protesta en ese país. Sin temor por su seguridad, el Pontífice circulará en Río de Janeiro en un todoterreno blanco descubierto y no el papamóvil blindado.
«Vamos a Brasil muy tranquilos, seguros de que las autoridades tienen la capacidad de controlar la situación. Sabemos que las manifestaciones no son dirigidas contra el Papa y la Iglesia», aseguró ayer el vocero del Vaticano, padre Federico Lombardi, durante la conferencia de prensa para dar a conocer el programa del primer viaje al exterior del Pontífice para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebrará del 23 al 28 de julio. Más de un millón de jóvenes provenientes de 170 países, en particular de América Latina, deberán asistir al encuentro en Río de Janeiro. «En este momento no pensamos que se presentarán inconvenientes para la JMJ. Todos entienden que el Papa lleva un mensaje de solidaridad», aseguró Lombardi.
Para la llegada el lunes del primer papa latinoamericano de la historia, que celebra su primer viaje al exterior, el grupo Anonymous Río convocó una manifestación frente a la sede del gobierno de Río de Janeiro, durante la reunión que el pontífice tendrá con la presidenta Dilma Rousseff.
La convocatoria fue realizada a través de Facebook y llama a protestar «contra los gastos públicos de 180 millones de reales ($90 millones)» para la visita del Papa, contra el gobernador de Río, Sergio Cabral, y otros altos cargos estatales, así como «contra la violencia desmedida de la policía en las protestas» callejeras que llevaron a más de un millón de brasileños a la calle en junio y por un estado laico.
En ese mes, durante la Copa Confederaciones, la multitud se volcó a las calles exigiendo castigos contra los políticos corruptos y más inversiones en educación, salud y transporte, en vez de estadios para el Mundial de fútbol de 2014.
El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, exhortó a que haya una tregua en las protestas durante la estancia del papa Francisco en la ciudad y argumentó que el Pontífice «no tiene relación alguna» con los problemas del país. «Si alguien quiere quejarse de cosas que tienen que ver con el alcalde, con el gobernador (Sergio Cabral), con la presidenta de la República (Dilma Rousseff) o con el Parlamento, no me parece que el papa Francisco sea la persona más apropiada para escuchar esa manifestación», agregó.
Por su parte, el ministro secretario de la presidencia de Brasil, Gilberto Carvalho, aseguró que quien garantizará la seguridad de Francisco será el pueblo brasileño. «Nosotros estamos tomando todo el cuidado desde el punto de vista de logística y la seguridad, pero con mucha tranquilidad, tanto en el aspecto de seguridad como con las manifestaciones», agregó Carvalho.