Cuba continuó siendo designada como un país cuyo gobierno patrocina el terrorismo, según la nueva lista que emitió el jueves el Departamento de Estado de Estados Unidos y que incluye a Irán, Siria y Sudán.
Las razones que da el Departamento de Estado para la inclusión del país caribeño son básicamente las mismas: la residencia en la isla de miembros del movimiento separatista vasco, ETA, y de vínculos políticos con las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, ambos grupos designados como terroristas por EE.UU.
No obstante, ese departamento reconoce, entre otras cosas, que el gobierno cubano ha estado distanciándose de los integrantes de ETA y no ve indicaciones de que La Habana provea armas a las FARC u otras organizaciones colombianas alzadas en armas.
Es más, el gobierno de Raúl Castro está sirviendo de anfitrión para las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia -negociaciones que EE.UU. apoya- y designar a Cuba como promotor de terrorismo mal le serviría a ese proceso, señalan críticos de la postura de Washington.
Aunque hay quienes tildan la actitud de Washington hacia La Habana de anacrónica, muchos analistas -conservadores y liberales- consideran que mantener a Cuba en esa lista negra responde más a una táctica política de la administración de Barack Obama que de una amenaza real.
En todo lo que tiene que ver con la relación entre EE.UU. y Cuba existen dos posturas que ocupan los extremos del espectro político. Por una parte está el punto de vista conservador que ve cualquier cambio realizado por Washington como una concesión sin mérito por la intransigencia oficial del régimen de la isla.
Por otra parte, está la perspectiva liberal que tilda de escandalosa la inclusión de Cuba en esa lista anual del Departamento de Estado. Uno de estos es Wayne Smith, encargado del Programa Cuba del Centro de Política Internacional (CIP), en Washington, y exrepresentante de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana.
El embajador Smith se opuso a la inclusión original de Cuba en la lista de 1982 y continúa considerando que no hay razón para que el país caribeño continúe en ésta.
«En todos los años en que el Departamento de Estado ha incluido a Cuba no ha sido capaz de señalar una sola actividad, ni en hechos ni en declaraciones, de tipo terrorista», expresó a BBC Mundo.
«Cuando un país está ahí que no merece estarlo, diluye el significado de la lista».
Smith no solo afirmó que Cuba no es culpable de ningún acto de apoyo al terrorismo sino que, muy recientemente, condenó esa actividad cuando envió condolencias a las víctimas del atentado con bombas en el maratón de Boston.
Pero Ray Walser, analista para América Latina de la conservadora Fundación Heritage, dijo que no se necesitaba encontrar una «pistola humeante» para vincular a Cuba con actividades extremistas en el hemisferio occidental.
«Cuba todavía se alinea con países que amenazan la paz, como Corea del Norte e Irán, y es juzgada por el tipo de compañía que guarda», afirmó. «Eso y la obvia triangulación Venezuela-Irán-Cuba son elementos fundamentales en la política exterior de La Habana que hacen que Washington no tenga urgencia en cambiar la designación».