Tiene título universitario, experiencia laboral y habla inglés, francés y español, pero Paloma Fernández, con 28 años de edad, forma parte desde hace quince meses de los miles de jóvenes españoles desempleados que hacen pensar en una «generación perdida».
Esta traductora madrileña perdió en diciembre de 2011 su trabajo tras cuatro años en el Ministerio de Justicia y pese a haber enviado multitud de currículos para traductora, administrativa o incluso, recepcionista, sigue sin trabajar y hace un mes que ya no cobra el subsidio por desempleo.
«A veces tienes la sensación de gritar: '¡Quiero tener un trabajo, quiero tener que levantarme temprano, tener una rutina!'. Siempre nos quejamos de la rutina pero cuando no la tienes, la echas de menos», explica esta pelirroja de melena rizada, ojos claros y dulce sonrisa.
Muchos jóvenes españoles, a menudo con estudios superiores, se encuentran en la misma situación. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), la tasa de paro entre la población de 16 a 24 años, en marzo fue de 57,22%, lo que representa unos 1,4 millones de personas.
«Probablemente sea una generación, aunque no sé si denominarla perdida, que va a constituir un antes y un después en muchas variables económicas de referencia», apunta Sara Baliña, analista de la consultora AFI, destacando las implicaciones del elevado desempleo juvenil en el consumo, la sostenibilidad de las pensiones o el retraso de la edad de emancipación.
Paloma vive con su pareja, también desempleado, alquilando un departamento a su familia por 400 euros, que comparten también con su gato Rayo. «Es muy inestable. No sé cuál es mi proyecto de vida. Voy echando ofertas de trabajo y no puedo hacer grandes planes a largo plazo», reconoce, añadiendo que plantearse ahora tener hijos «es una locura».
Tampoco se lo plantea Rocío Alarcón, de 23 años, que terminó en junio pasado ciencias políticas con la tercera mejor nota de su promoción, con lo que esperaba encontrar algún trabajo para «ayudar en casa» y ahorrar un poco para estudiar un máster que empezará en septiembre.
«Tampoco aspiraba a estar trabajando de politóloga desde el principio. Pero lo cierto es que de todos los currículos que he enviado, no me han llamado para ninguna entrevista», dice Rocío, a quien le suelen pedir un alto nivel de inglés y experiencia previa.
Rocío vive con sus padres en Getafe y reparte su tiempo entre mejorar su inglés y colaborar en una ONG. Una vez acabe el máster, lo volverá a intentar: «Si es en España bien y si es fuera no tendría ningún problema», dice.
Emigrar tampoco sería un problema para Paloma si surgiera alguna oportunidad: «me atrae trabajar en el extranjero, pero ahora mismo no es una cuestión de gustos, es lo que queda. (…) La sensación de que te obliguen o que no te quede otro remedio que irte, es lo más duro».
Sus casos no son una excepción y crecen las voces que alertan de una fuga de cerebros en España. Según el Instituto Nacional de Estadística, desde finales de 2011 hasta marzo de 2013, España ha perdido 365.000 jóvenes entre 16 y 29 años.
Incluso, la semana pasada, el Gobierno español firmó un acuerdo con Alemania para que 5.000 jóvenes trabajen allí cada año en la formación profesional.
Para Baliña puede parecer una buena solución a corto plazo, pero muy perjudicial a la larga para una economía en recesión como la española. «Nos podemos encontrar con que los jóvenes con un nivel formativo superior que podrían ayudar a relanzar los sectores de actividad que España necesita para poder crecer, son los que abandonan el país», advierte.
EL GOBIERNO OBLIGARÁ A LA JUBILACIÓN
El sindicato Comisiones Obreras (CCOO) denuncia que el Gobierno ha dado instrucciones para que los nuevos demandantes del subsidio por desempleo para mayores de 55 años sean obligados a jubilarse anticipadamente a los 61 años.
En una nota de prensa, CCOO afirma que ayer el Gobierno, a través del Servicio Público de Empleo Estatal, envió unas directrices por las cuales desde el próximo lunes a quienes soliciten la ayuda para mayores de 55 años se les comunicará que deberán jubilarse anticipadamente y de forma obligatoria a los 61 años.
Según CCOO, a la persona que, a partir del lunes, se le apruebe la percepción del subsidio se le informará de que su edad de jubilación será la primera posible, «es decir los 61 años».
La aplicación de esta medida supone que se puede perder sobre la futura pensión de jubilación una cantidad que varía entre el 18% y el 22% basándose en si es un despido colectivo o por causas objetivas, según la CCOO.
El sindicato que lidera Ignacio Fernández Toxo alerta de que a esa reducción hay que sumar el recorte que ya se ha producido con la modificación de la base de cotización incluida en el subsidio, que se ha visto reducida del 125% de la base mínima (941 euros) al 100% de la base mínima (753 euros). EFE