«Soy refugiada. Llegué a Ecuador hace 4 años huyendo de la violencia exagerada que hay en mi país por parte de la guerrilla y grupos paramilitares. Me integré con personas de Movilidad Humana del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), que ayudan a los que estamos desprotegidos»… Palabras de Luz María Tabares, de nacionalidad colombiana.
La música en alto volumen obliga a callar a Luz María, quien ingresa a la casa comunal de la Iglesia San Francisco, del bloque 7 de Bastión Popular, para seguir contando cómo fue que llegó a Guayaquil.
Es una de las beneficiarias del punto de apoyo que el Comité de Derechos Humanos (CDH) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) habilitaron en Bastión Popular, en el noroeste de la ciudad.
Esta es la cuarta de un total de 6 oficinas que funcionarán en diferentes sectores suburbanos de la urbe, donde se concentran poblaciones vulnerables y grupos de refugiados.
«El proyecto de los puntos de apoyo lo venimos preparando desde hace casi un año en colaboración con el CDH y con financiamiento de parte de la Unión Europea», expresa Manuel Dos Santos, jefe de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), en Guayaquil.
Dos Santos indica que el objetivo de estos centros es integrar a personas refugiadas con la comunidad, tener presencia dentro de estos sectores, implementar un sitio que permita a los funcionarios responder las preguntas legales y sociales y a partir de ahí desarrollar con los ciudadanos proyectos comunitarios, de medios de vida, de microcréditos, entre otros.
«Vine sola, tuve que separarme de mis tres hijos. Tenía 4, pero la guerrilla mató a uno de ellos y los otros tres por amenazas emigraron a otras ciudades», narra Tabares, quien dicta un curso de belleza a 40 adolescentes y jóvenes, en el «punto de apoyo» de ese sector.
Luz María explica que le gustaría que sus hijos estuvieran con ella, y que actualmente trata de traer a la menor, quien padece lupus, para que pueda seguir algún tratamiento.
«Según los estudios del CDH, en estos sitios hay muchas personas que necesitan protección y están dispersas porque por una u otra razón se protegen, y son de sectores vulnerables. Esos grupos siempre están en necesidad de sus documentos», comenta Elizabeth Castro, quien se desempeña como asesora jurídica del «punto de apoyo» del CDH en Bastión Popular.
La jurista menciona que en lugares vulnerables como ese sector del norte de Guayaquil hay muchos refugiados de varias nacionalidades, especialmente colombianos, que han vivido libres de experiencias de discriminación y han encontrado la protección que necesitan. «Los visitamos o brindamos atención jurídica, además de preguntarles cómo está su situación migratoria. También vemos si podemos hacer una inscripción tardía en el caso de los hijos de los refugiados, porque no todos tienen la documentación».
La asesora agrega que los diferentes «puntos de apoyo» del CDH buscan regularizar de a poco la situación que pueden estar pasando muchas personas, especialmente los inmigrantes. «Todo es parte de nuestra estrategia para llegar a la población de movilidad humana y refugiados», detalla Dos Santos, quien destaca que estos centros no solo asesoran legalmente, sino que ayudan en la integración de los refugiados con la población local dentro de una coexistencia pacífica.
«En el caso de los que ya han sido acogidos y viven en Bastión Popular, se han incorporado en la vida del sector, tienen un empleo formal, y los que tienen hijos, pues ya los han puesto a estudiar en los planteles del sector».
«No se puede entender el trabajo en derechos humanos si no existe una vinculación directa con la población marginada», precisa Billy Navarrete, secretario ejecutivo del CDH, y agrega que los tres puntos de apoyo adicionales que ya han sido inaugurados se encuentran en la Isla Trinitaria, Guasmo y en el sector de La Fragata, en el sur de Guayaquil.
Los dos que restan por inaugurarse se encuentran en La Florida y Monte Sinaí, en el noroeste de la ciudad.