El decreto 1438 emitido el pasado 22 de febrero expide una política de precios para el control de la especulación de los alimentos agroalimentarios, expresó, al tiempo de añadir que los sectores que han criticado la medida que se aplica a 46 productos de primera necesidad están cayendo en un fundamentalismo ideológico.
Agregó que esta visión errada asume que el mercado es infalible y no se equivoca . «El mercado perfecto no existe en la realidad (…) No es cierto que el mercado siempre es eficiente», acotó.
«Tengan la confianza de que sabemos lo que estamos haciendo, la Ley de Control de Poder de Mercado da capacidad al poder Ejecutivo para, temporalmente, controlar los precios. Y nos estaban generando especulación», explicó, poniendo énfasis en que los precios son referenciales.
Finalmente aseveró que la medida se ha tomado pensando en los consumidores, pues la especulación no será permitida por este Gobierno.
Respecto a la supuesta fijación de precios para los agricultores, el ministro de la Producción, Santiago León, aseguró que «el Gobierno no fijará el precio del producto al agricultor, por el contrario se controlará la intermediación que muchas veces es especulativa y afecta a los consumidores».
«El agricultor tiene sus costos de producción y en base a estos fija los precios, eso se mantiene exactamente igual, lo que estamos haciendo, mediante estos datos estadísticos, es ver cuál ha sido el margen histórico», enfatizó.
Tatiana Ronquillo, quien una vez a la semana realiza sus compras en los mercados municipales, indicó que la papa y el tomate tienen un nuevo precio cada siete días, lo cual «es irrazonable, ya que son productos que se cosechan todo el año». «El ilógico este aumento de los productos, ya no hay cierre de carreteras como antes para que retrasen la llegada de los alimentos, el invierno no ha afectado estas zonas productivas. No hay razón para que cada semana suban entre 10 y 15 centavos la libra de papa y cebolla», recalcó Ronquillo visiblemente molesta.
De su parte, Isabel Zambrano, comerciante de aves en el mercado Sauces IX, norte de Guayaquil, manifestó que es positivo el control de precios siempre y cuando recaiga sobre el distribuidor del producto, ya que son ellos quienes imponen sus precios y los suben «cuando les da la gana». «La libra de pollo sin menudencia vale $ 1,25; los mayoristas nos la dejan en $ 1,05, al ser faenada se le quita peso y las ganancias son mínimas», dijo.