El trabajo en grupo, el respeto a la naturaleza, la investigación científica, el apoyo militar y la geopolítica marcaron el trabajo artístico de María Rosa Jijón durante los 18 días que pasó en la Estación Científica Pedro Vicente Maldonado, en el proyecto Artea (Residencia Sur Antártica Ecuador 2012-2013), que lidera el Ministerio de Cultura.
En una charla ofrecida en Quito, el pasado lunes, la artista contó su experiencia allí, donde vivió con 35 científicos, técnicos y militares.
Su concentración se centraba en encontrar el momento adecuado para capturar algún sonido, imagen, video, fotografía o trazar esa línea imaginaria que es el Ecuador y que formaba parte del trabajo artístico que debía hacer en aquella zona.
Llamó su atención el trabajo científico y la misión militar en la estación. «El jugarse la vida por tener una muestra de agua del lago que no tiene nombre, o trepar una montaña para verificar si las muestras colocadas en lugares específicos siguen intactas o sencillamente contemplar el deshielo, registrar y cuantificar el tiempo en el que se llevó a cabo es una cosa solo de locos».
Respecto a su trabajo artístico «El Archivo del Hielo o de cómo superar el terror al blanco» encontró inspiración en las obras de Lovecraft, Edgar Allan Poe, Alejo Carpentier, quienes han tenido el pánico al blanco y al vacío e hicieron algunos trabajos alrededor del tema.
«El miedo al hielo inmenso, brillantemente construido casi en clave esotérica con las novelas de Lovecraft donde el blanco y lo blanco, lo carente de color y la suma de todos los colores son equiparados al infierno dantesco», dijo la artista mientras mostraba una foto en la que había dos bloques de hielo.
«La territorialidad» fue otro de sus proyectos. Jijón se involucró con la cartografía durante cuatro años, lo que le permitió fotografiar la línea imaginaria ecuatorial.
Esa experiencia la replicó en la Antártida junto con la gente de la misión y para ello usó materiales no contaminantes.
Para ella era primordial demostrar cómo el ser humano afronta los espacios desconocidos, la tierra incógnita, la última frontera y cómo el ser humano se ha relacionado históricamente con las territorialidades desconocidas, como la selva amazónica.
No con la fascinación conquistadora, sino con la necesidad de curiosidad de descubrimiento, de apego sobre todo en un lugar catalogado como inhóspito, peligroso para el ser humano por la sensación de vacío que reina en ese manto blanco y por los vientos huracanados que pueden transformar las situaciones climáticas de un rato a otro.
Ella recuerda que un compañero del equipo en un ejercicio de adaptación y conocimiento de terreno los llevó hasta un lugar y decidió apagar el sistema de GPS; el reto era regresar a la base sin ayuda instrumental y al poco tiempo estaban rodeados de una espesa niebla.
La artista realizó registros y archivos en video, fotografía y audios. «Trataba de archivar lo imposible, porque es algo que se va derritiendo». El reto para Jijón fue realizar su trabajo sin instrumentos científicos, sino más bien hacerlo desde lo poético, así puso como ejemplo los aviones drones que utilizó para capturar registros audiovisuales desde el cielo.
En Roma, donde reside hace doce años, realizará el trabajo de postproducción. La exposición estará lista para agosto.