Mercedes Barzola es una beneficiaria del Bono de Desarrollo Humano (BDH) desde 1 998, año de su creación. Según afirma, cada mes tenía que desplazarse desde su casa, ubicada en el cantón Colimes, provincia del Guayas, hasta otros poblados cercanos, para cobrar el subsidio. La implementación del «Banco del Barrio» en su pueblo puso fin a tal molestia; sin embargo, el año pasado una mala práctica del sistema la preocupó. La beneficiaria no pudo cobrar los 35 dólares que otorgaba el gobierno, pues antes que ella, alguien ya lo había hecho sin su autorización.
Barzola había perdido su cédula un mes antes, y cree que quien la encontró decidió «probar suerte», y es así como cobró el bono en nombre de ella.
Casos similares ocurren mensualmente, según lo indica Rosa Lara, banquera del barrio en dicho cantón. Lara asegura que «hay personas que se acercan con cédulas ajenas a pedir que le den el bono, con la excusa de que el propietario del documento está enfermo». Aunque ella se niega a ejecutar el cobro, otros mercaderes acceden a hacerlo, corriendo el riesgo de que el beneficiario del BDH nunca reciba el dinero.
Lara relata que cuando el proceso de cobro se está realizando, y en la pantalla aparece la frase «datos en revisión, vuelva la próxima semana», el cobro ya se habría hecho días antes. Por eso ella envía a las personas perjudicadas a la cooperativa de ahorro y crédito, ya que éste tipo de instituciones cuentan con acceso a las direcciones exactas donde se han ejecutado las cobranzas en fechas anteriores. Por ejemplo, un caso registraba el cobro del bono en el km 8 ½ vía a Daule, cuando el perjudicado permanecía en el pueblo.
El Gobierno por su parte, a través de Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), está investigando estos casos irregulares, ya que la ciudadanía denunciante muchas veces, culpa incluso a los cajeros, al ellos tener acceso a los números de cédulas.
Sin embargo, Banco de Guayaquil y Banco Pichincha, que solventan los servicios del `Banco del Barrio´ y `Mi Vecino´, respectivamente, consideran un estricto perfil de quienes solicitan administrar estos cajeros. Entre los requisitos están: tener facturas actualizadas y en regla del negocio, no constar en central de riesgos, ni mantener moras sin pagas, tener un capital mínimo, etc. Además el beneficiario deberá ser capacitado para aplicar sus funciones como banquero y servidor responsable.
Según un servidor del cliente del Banco Pichincha, el local debe estar ubicado en calles principales, cuyos dueños sean conocidos y confiables por la comunidad, por lo que «la culpa no es de los banqueros del barrio», asegura.
Ante esto, Rosa Lara solicita que el gobierno también haga una revisión al proceso que realiza la banca desde sus altas funciones en este oficio, para perfeccionar el servicio que ha beneficiado a millones de personas. Mujeres embarazadas, madres solteras, personas con capacidades especiales, con tercera edad son los grupos que, al acercarse y recibir los ya cincuenta dólares en los cajeros cercanos, esperan mejorar cada vez más la calidad de su vida.