Sin rodeos y con frontalidad, el periodista Ignacio Ramonet Míguez, quien desde hace varios años vive en Francia, asegura que muchos medios y comunicadores en vez de preocuparse del bien común defienden intereses privados y de los dueños de las empresas de información.
El también académico cree que los grandes grupos mediáticos se escudan bajo el argumento de que la libertad de expresión no tiene límites y que cualquier tipo de medida que se tome desde el punto de vista de los gobiernos con respecto a ellos es considerada como un ataque a la libertad de expresión, lo cual “es un chantaje”.
Nacido en Pontevedra (España) el 5 de mayo de 1943, este comunicador y maestro universitario se ha convertido en una de las figuras del movimiento antiglobalización. Recordó que en los grandes países democráticos como Gran Bretaña y Francia, la libertad de expresión está limitada por la ley para que justamente medios y periodistas no difundan injurias.
¿Cuál debería ser el papel de los medios de comunicación en los procesos electorales como el que está viviendo ahora Ecuador?
Los medios tienen un papel importante en todos los procesos electorales del mundo, porque es la manera en que los candidatos y candidatas pueden pasar su mensaje al electorado.
Sin embargo, en el caso de América Latina en general, lo que está ocurriendo es que muchos medios dominantes están participando en la vida política y toman partido electoral, cosa que no siempre ocurre en los países con democracias más antiguas.
En América Latina lo que tenemos son grupos mediáticos que pertenecen a oligarquías tradicionales, a una parte de la burguesía, que en realidad defiende intereses de clase o de los propietarios de los medios de comunicación, en vez de preocuparse del bien común.
¿Eso significa que más deberían preocuparse de la libertad de expresión que de la libertad de empresa?
Evidentemente, lo hacen pero en nombre de la libertad de expresión, cuando en realidad defienden la libertad de empresa. Cuando se les demuestra que han abusado del derecho de expresión y han cometido un atentado en contra de esa libertad al difundir mentiras o manipulaciones, entonces se refugian en la libertad de expresión, cuando en realidad están defendiendo la libertad de empresa.
En ese sentido, ¿cómo ha sido vista en otros países la campaña electoral de cara a los comicios en Ecuador?
Estoy llegando de Europa y le puedo decir que hay la convicción de que los comicios van a desarrollarse con transparencia completa. Se sabe que existen los medios técnicos para que todos los candidatos tengan las garantías de que el escrutinio va a ser perfectamente democrático. Por consiguiente, hay voluntad para que este escrutinio no pueda ser puesto en duda.
Además, hay muchos observadores internacionales invitados y delegados de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la Liga árabe, la Unión Africana, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), etc., que están siguiendo este proceso en Ecuador precisamente para que no haya la menor duda sobre el carácter perfectamente democrático del escrutinio.
Sin embargo hay voces políticas y mediáticas que pretenden deslegitimar el proceso…
Sí, pero visto desde Europa hay la idea de que Ecuador es una democracia suficientemente consolidada para garantizar que el escrutinio se haga según todos los criterios democráticos más modernos y aceptados en el mundo.
Respecto a la autorregulación que debería haber desde los mismos medios, ¿sería una forma de coartar la libertad de expresión?
Los medios no pueden expresarse de cualquier manera y protegerse bajo el derecho de expresión para decir lo que les da la gana. En todos los países, en las grandes democracias del mundo, la libertad de expresión está limitada por el Código Penal, por las leyes que organizan la expresión.
En la propia Gran Bretaña estamos viendo cómo David Cameron, quien es un primer ministro conservador, está planteando la necesidad de limitar por ley la libertad de expresión, para que no se pueda explotar, por ejemplo, información falsa o que tenga que ver con la privacidad de la gente, información de rehenes o de familias de soldados que mueren en conflictos. Entonces, vemos cómo en las grandes democracias hay esta vocación de obligar un poco a los medios a que se autocontrolen, que publiquen información verificada, hechos cuya constancia no puede ser puesta en duda.
¿Pero como complemento a esa autorregulación de medios debe existir una Ley de Medios como la que se quiere hacer en Ecuador por mandato constitucional y popular?
Sí. Yo sé que hay un debate aquí en Ecuador sobre la Ley de Medios que ya está bien avanzado, pero en varios países latinoamericanos ya cuentan con una ley en este sentido, como el caso de Argentina, en donde se ha hecho una Ley de Medios muy eficaz, que por otra parte está permitiendo precisamente limitar los monopolios que existían en términos mediáticos.