Los rebeldes sirios «no aceptan dialogar» con el presidente Bashar al Asad, y están convencidos de que éste acabará en sus manos, dijo ayer el jefe de Estado Mayor del opositor Ejército Libre Sirio, Salim Idris.
En una conversación telefónica desde Turquía, Idris subrayó que los rebeldes «no son un juguete en manos de países extranjeros», como dijo este domingo Al Asad en un discurso, en el que también ofreció una iniciativa para un acuerdo político de la que excluyó a los «terroristas», término con el que el régimen sirio se refiere a los grupos de oposición armada.
«Queremos una Siria democrática que garantice las libertades de todos los ciudadanos», destacó el jefe de Estado Mayor del ELS, quien calificó de «deshonroso» que Siria tenga de presidente a Al Asad.
«(Al Asad) se ha mantenido en el poder con la mentira y la falsedad, y desde el inicio de la revolución (Al Asad) ha mantenido las mismas palabras», sentenció Idris sobre el discurso del mandatario.
Idris consideró que el pensamiento del presidente sirio es «sectario y rencoroso», al tiempo que comparó su figura con la del difunto coronel libio Muamar el Gadafi, ya que «no ve a nadie salvo a sí mismo».
Además, el líder rebelde destacó que Al Asad «quiere con este discurso tapar su gran fracaso», dado que, según su opinión, los insurgentes están avanzando sobre el terreno.
Al menos 60.000 personas han perdido la vida en el conflicto sirio desde marzo de 2011 hasta noviembre de 2012, según los últimos datos de la ONU.
* Intervención
El presidente Bashar al Asad se dirigió ayer a la nación por primera vez en medio año con un discurso en el que prometió seguir su «guerra contra el terrorismo» y lanzó una nueva propuesta política.
Aclamado por una fervorosa audiencia en la Casa de la ópera de Damasco y entre fuertes medidas de seguridad, Al Asad reconoció que su país se halla inmerso en una «guerra en todo el sentido de la palabra», de la que acusó a una conspiración exterior para tratar de dividir Siria.
Las autoridades cortaron Internet en todo el país durante el discurso en la primera alocución del mandatario a la nación desde que dirigiese una arenga a las Fuerzas Armadas a comienzos de agosto de 2012.
En su plan de tres fases para alcanzar un acuerdo político en Siria, Al Asad exigió que, en primer lugar, cese el suministro de armas y el apoyo financiero a los «terroristas», tras lo cual el Ejército sirio detendrá sus operaciones, para permitir el regreso de los desplazados.
Una vez alcanzado un mecanismo para aplicar el cese de la violencia, se convocará una conferencia global que abrirá la segunda fase de la hoja de ruta, en la que se prevé un diálogo nacional, la elaboración de una nueva Constitución y la formación de un amplio Gobierno de consenso.
Ese nuevo Ejecutivo prepararía las elecciones parlamentarias, que darán paso a la tercera fase, en la que se concederá una amnistía general y comenzará a rehabilitarse la infraestructura dañada en el país. «Mantendremos un diálogo con cualquiera que discrepe mientras sus principios estén basados en el patriotismo y no quieran vender el país a sus enemigos».
El discurso de casi una hora y un marcado carácter bélico fue interrumpido en repetidas ocasiones por consignas como «Alá, Siria, Bashar y nada más».
Al Asad se refirió al acuerdo de Ginebra, alcanzado en junio pasado por los representantes de la comunidad internacional, aunque criticó su ambigüedad acerca de la transición en el país.
«¿Transición de qué a qué? Para nosotros, el periodo transitorio es de la inestabilidad a la estabilidad, y debe ser realizado a través de los medios constitucionales», señaló.
Al Asad dedicó duras palabras a los «terroristas», a los que acusa de imponer la agenda de los enemigos regionales e internacionales de Siria y de estar inspirados por la ideología «yihadista» de Al Qaeda.
Asimismo, reafirmó su defensa de la respuesta militar contra los «terroristas» y agradeció a China, Rusia e Irán por luchar contra la «injerencia» de países occidentales y árabes en Siria.
Las críticas a Al Asad llegaron desde la oposición representada por la Coalición Nacional de Fuerzas de la Revolución y la Oposición Sirias, cuyo miembro Abdelbaset Seida aseguró que el plan del mandatario supone «una regresión».