El secretario ejecutivo de la Convención de Lucha contra la Desertificación de la ONU (Unccd), Luc Gnacadja, utiliza datos como esos para subrayar que la degradación de las tierras es “el mayor desafío medioambiental de nuestra era” y “la principal amenaza contra el bienestar global”.
Gnacadja insistió en que la “desertificación” es la principal causa de que más de mil millones de personas en el mundo vivan en la pobreza, por la imposibilidad de cultivar o acceder al agua.
La ubicación geográfica de estos “mil millones de olvidados”, que habitan en su mayoría en las zonas más deprimidas de áfrica y Asia, ha dado lugar a que de los tres grandes convenios medioambientales de Naciones Unidas -Cambio Climático, Biodiversidad y Desertificación-, este último haya sido por el que menos hayan apostado las más de 190 naciones firmantes.
“Los países desarrollados han pensado tradicionalmente que la desertificación es algo que pasa en zonas muy remotas y que combatirla no les iba a generar ningún beneficio; por lo que durante años se han negado a desarrollar mecanismos de financiación para ponerle freno”, explicó el secretario ejecutivo del Unccd.
Ese planteamiento es “totalmente erróneo”: “la degradación del suelo no solo incrementa la pobreza y la mortandad infantil a nivel local; afecta a los océanos y al bienestar global”, puntualizó Gnacadja.
“La desertificación es una de las principales causas de las migraciones masivas en los países pobres, y la solución no es amurallar Europa para que no lleguen inmigrantes de áfrica sino ayudarles a solucionar sus problemas para que no tengan que emigrar”, subrayó.
Otro es que las previsiones de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO) apuntan a que la demanda mundial de alimentos crecerá un 50 por ciento hacia 2030 con base en el incremento de población previsto.
“¿De dónde vamos a sacar las tierras para abastecer esa demanda? No nos queda más remedio que restaurar los campos degradados y evitar la desertificación”, dijo.