Tres testigos que rindieron sus versiones la noche del lunes pasado en la audiencia de juzgamiento del triple asesinato ocurrido el 4 de agosto de 2011 en Quinsaloma, provincia de Los Ríos, desmintieron lo argumentado por la Fiscalía en su informe.
Uno de ellos inclusive se arrodilló ante los jueces mientras aseguraba no saber nada acerca de los crímenes. Los testigos indicaron que fueron llevados esposados para dar sus versiones en la Fiscalía, que no portaban sus cédulas de identidad y que en la diligencia no hubo abogados, sino únicamente policías y familiares de las víctimas.
Según la teoría de la Fiscalía, los testigos habrían estado reunidos en un night club en Quinsaloma, participando de una conversación en la que se mencionaron los nombres de los presuntos autores del crimen.
Por su parte el fiscal Galo Chiriboga señaló que los testigos son gente campesina con poca facilidad para entender el sistema jurídico. “Fiscalía, jueces y defensa hemos hecho un esfuerzo para que comprendan la naturaleza de este acto”, dijo el funcionario.
Chiriboga añadió que José Véliz, uno de los presuntos autores materiales del crimen de Carlos Llanos Avendaño, la esposa Silvia Parco y el hijo de ambos, de 4 años, fue quien pidió que se realicen exámenes de ADN para comprobar si existió violación a la mujer; sin embargo, al momento de proveer la muestra, se negó.
Uno de los testigos, Juan. J, señaló que el día de los hechos viajó con el padre de Carlos Guaray (prófugo) a Imbabura y en el camino el hombre recibió la llamada de su hijo, a quien luego recogieron en Quevedo.
Según la versión, el prófugo tenía una herida en la mano. Detalle que concuerda con la herida que pudo haberse hecho al degollar al infante.
Finalmente, un perito que estuvo en los allanamientos señaló que en un teléfono celular hallado en la casa de Véliz consta un contacto con el nombre de “Galito”.